Para muchos de los que permanecemos confinados en casa, hay momentos del día que pueden pasar desapercibidos. Pero hay uno que, grandes y chicos, no se lo perderían por nada, y es el de salir a los balcones a las 8 de la tarde, para aplaudir a los sanitarios.
Un emocionante ritual que ya es parte de la vida de millones de españoles, con el que quieren demostrar de la manera más sonora y sentida, a todos estos héroes en primera línea que literalmente se están dejando la piel, la salud y la vida, en su lucha contra el virus; que no están solos.
Ciertamente, el grado de estrés por el que atraviesan en su desesperación al ver cómo muchas vidas se pierden, es algo para lo que no todos están preparados. Y es por eso que cuando, ante los pronósticos desalentadores, y pacientes que parecían que no se recuperarían les demuestran que todo vale la pena, no pueden dejar de romper a llorar.
Es el caso de una anciana española, de 95 años, que permanecía ingresada en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid).
Conocida por todos en el hospital y por su su familia como Pepita, luchaba por su vida tras dar positivo para coronavirus. Atravesó las 2 semanas más críticas, hasta que finalmente, ayer fue dada del alta en contra de todas las probabilidades.
Es de conocimiento extendido que los pacientes de gran riesgo son las personas mayores de 60 años, por eso los médicos dudaban seriamente que ella lo lograría. Pero ella les demostró que es la excepción que confirma la regla y venció triunfalmente la batalla al nuevo coronavirus.
La médico tratante, Ana Muñoz, ha reconocido que cree saber cuál fue la receta para la recuperación de la nonagenaria.
«Estoy maravillada, ha superado el coronavirus porque tiene una fortaleza tremenda».
Confiesa que Pepita ha sido una verdadera terapia para todos los trabajadores del hospital.
«Tienes días malos, en los que los pacientes no van bien. Te lo llevas a casa, le das vueltas, sueñas con ello, piensas en ello todo el rato…», cuenta con la emoción contenida.
«Cuando alguien sigue la evolución que ha tenido Pepita te vas con una satisfacción que te compensan los días malos. Te da fuerzas para seguir con las jornadas largas de trabajo, para seguir con el confinamiento, ¡es un chute de ánimo!…», agrega la doctora Muñoz.
Y ella, Pepita, bordeando casi el siglo de vida, sin darse mucha cuenta, se ha convertido en la protagonista involuntaria de uno de los momentos de mayor emoción de las últimas semanas en el hospital. La causante de las lágrimas y los aplausos de los sanitarios que la esperaron para despedirla el día que abandonaba el hospital.
Tras despedirse de su compañero de habitación se la vio sostenida del brazo de la enfermera, abandonando su habitación para siempre
En el pasillo la esperaban todos en medio del más caluroso aplauso. Y como era lógico, ella totalmente sorprendida por el emotivo gesto, tampoco ha podido evitar emocionarse.
No podía sentirse más agradecida por todas las atenciones del equipo médico que se convirtió en la familia que no tenía a su lado.
Su salida por el pasillo conmueve a cualquiera.
Hasta tuvo besos para repartir y celebrar que ha vencido con señorío a un virus que pudo quitarle la vida, pero no, ahí la tienen para largo.
Pepita se suma a los más de 8.300 pacientes recuperados el lunes en Madrid, el mismo día que se registraron más de 1.400 nuevos casos, 31 graves y 310 fallecidos por coronavirus.
Este tipo de noticias tan alentadoras merecen ser compartidas en medio de tanta desolación. Toda nuestra admiración por estos héroes que cada día siguen dándolo todo. ¡Y enhorabuena a Pepita!