Celebrar un año más de vida siempre es un momento especial, sobre todo cuando se llega a los dulces 15 años, un momento único para todas las adolescentes. Sin embargo, para la joven Kayla Kenney celebrar sus 15 años ocasionó que fuera expulsada de su escuela, por la causa más injusta del mundo.
Kayla Kenney era una estudiante de primer año de la Academia Whitefield, de educación católica, en Louisville, Kentucky. Disfrutaba de su adolescencia como cualquier otra chica de su edad, llena de entusiasmo por alcanzar los 15 años de vida, celebración a la que asistieron sus amigos y seres más queridos.
Los 15 años de Kayla se celebraron en el restaurante Texas Roadhouse, el pasado 30 de diciembre del año pasado.
Por su puesto, su madre, Kimberly Alford, era la más emocionada por ver a su hija crecer, siendo feliz rodeada de las personas que la aman, así que decidió compartir una foto de Kayla a punto de apagar las velas de su pastel de cumpleaños, cubierto con glaseado de arcoíris, y vistiendo un suéter también con los colores del arcoiris, en su perfil de Facebook.
“Kayla estaba feliz, se veía hermosa. Por supuesto, como madre, tomé una foto de ella apagando sus velas y la publiqué en mi perfil de Facebook”, declaró la angustiada madre.
Pero, Kimberly jamás imaginó que esa simple fotografía cambiaría para siempre la vida educativa de Kayla.
Recibió un correo electrónico de Bruce Jacobson, director de la escuela de Whitefield, la semana pasada, en donde señalaba que la fotografía demostraba una actitud opuesta a la filosofía anti LGBTQ de la institución.
“Es algo devastador para nosotros. La imagen demuestra una postura de moralidad y aceptación cultural contraria a las creencias de la Academia Whitefield”, escribió el Dr. Jacobson.
El código de conducta de la institución en cuestión aborda la orientación sexual y dice que si el comportamiento de un estudiante fuera del campus no está en línea con las creencias de la escuela, ese estudiante puede ser sancionado.
Pero, la indignación de la familia de Kayla surge de que el simple hecho de usar los colores del arcoiris los llevó a concluir que la chica forma parte de la comunidad LGBTQ.
“Le encanta reír y bailar. No tiene nada que ver con la comunidad LGBTQ. Revisé el email posteriormente y no mencionaba nada sobre ello, solo decía colores variados”, dijo la madre.
Pese a la falta de claridad en el asunto. La escuela decidió expulsar a Kayla y sus autoridades se negaron a reunirse con la madre. Ha sido una transición difícil para la quinceañera, quien ha sido inscrita en otra institución, lejos de las amistades que había hecho a lo largo de los años.
Esperamos que muy pronto Kayla y su familia puedan dejar atrás este amargo momento y que el caso sirva para hacer que las instituciones sean más inclusivas, para que no se le niegue la educación a nadie por ningún tipo de preferencia personal.
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