Si hay una profesión noble esa es la que cumplen con toda su vocación los miles de profesores que han tenido que adaptarse a dar clases a la distancia, enfrentando cientos de dificultades a causa de la pandemia.
Pese a todos los retos que deben superar, los profesores se esfuerzan día a día, preparando sus clases con mucho amor, esperando que sus alumnos puedan seguir aprendiendo sin importar el lugar en que se encuentren.
Así es como trabaja María Najila Ferreira Santana, una profesora brasileña de 54 años que siempre se esmera en dar todo de sí para sus decenas de alumnos. Sin embargo, en ocasiones son sus pupilos quienesno aprovechan la gran labor que hace para garantizar su aprendizaje.
Cada noche prepara con esmero la clase que presentará a sus alumnos
Este es el sentimiento al que se enfrentó María y su hija, cuando la profesora esperó durante más de una hora, sentada y angustiada, a que al menos alguno de sus 30 alumnosse conectara para poder impartir el contenido escolar que tardó horas en preparar.
Nayla Ferreira Santana vio con mucha tristeza el semblante de su madre al esperar frente a su escritorio improvisado en el área destinada originalmente al comedor de su casa. Había dedicado mucho de su tiempo a crear vídeos para sus alumnos y subir su material de estudio a la plataforma educativa que utiliza.
María encendió su cámara y esperó a que alguien se conectara a su clase
“A veces, espera una hora y no entra nadie. Creo que los alumnos se están perdiendo esta oportunidad. Es triste ver una situación así”, narró Nayla.
La propia María reconoce que cuando ven el poco interés de los padres o de los alumnos, como profesores, no pueden evitar sentirse mal psicológicamente y eso ocasiona que al final de la jornada estén completamente exhaustos.
Después de esperar durante 60 minutos, finalmente una madre y su hijo se conectaron a clase con María y ella se llenó de alegría, explicando para ese único estudiante el contenido preparado para todo un grupo.
“Mi felicidad era muy grande cuando entró el alumno. Festejo cuando aparece alguien. Son como 30 en el grupo”, explica María.
Pese a todo, esta profesora comprende que, como ella, los padres y los alumnos se enfrentan a muchas dificultades para poder aprender mediante la nueva metodología a la que todo el mundo ha sido obligado a adaptarse a raíz del coronavirus.
Por su parte, Nayla, pide a los padres que sean mucho más empáticos y comprensivos con los profesores, pues ellos también lo están dejando todo para poder educar a los niños y estudiantes de todos los niveles educativos en momentos tan cruciales y decisivos.
“Deben respetar a cada maestro que está pasando por esta batalla, porque no es fácil intentar enseñar y ver que a los responsables, es decir, a los padres, no les importa enseñar a sus niños”, señaló Nayla.
Es momento de valorar la labor de los maestros y aprender lo máximo posible. En ellos recae una gran responsabilidad que es compartida con los padres, porque solo la educación puede hacer un mundo mejor.
El caso de esta profesora invita a reflexionar a muchos, no te vayas sin compartirlo.