Cristian fue sacerdote en una localidad llamada Santafesina en María Juan, Argentina. Pero después de reencontrarse con Antonela tras 20 años de haberla conocido, decidió dejar sus hábitos para unirse con ella.
Ambos se conocieron cuando solo tenían 16 y 17 años en una peregrinación al santuario de Saguier. Al inicio Cristian se hizo amigo del hermano mellizo de Antonela. Mantuvieron una sincera amistad hasta que Cristian se ordenó sacerdote.
Por la misma época Antonela se fue a vivir al sur y poco a poco fueron perdiendo contacto. Pasaron los años y Antonela a sus 28 años se fue a Ushuaia para trabajar como psicóloga. Cristian, además de ser sacerdote, se convirtió en profesor de Filosofía en Paraná y en Rafaela.
Así transcurrió el tiempo, cada uno se dedico al desarrollo de sus proyectos y objetivos personales, buscando ser felices a su manera. Hasta que un día, Cristian, con la misma sinceridad con la que había tomado los hábitos, decidió dejarlos para continuar con la búsqueda de ese amor.
Comenzó buscándola por Facebook desde el 2015. Por ese medio Antonela supo que él había sido cura, revisando su muro, mirando fotos, ya que nadie se lo había contado.
El reencuentro aconteció en San Vicente y tuvo un impacto muy fuerte en ellos, como si nunca se hubieran separado y no hubieran pasado 20 años. Si bien fue una cita breve, charlaron mucho y terminó siendo un reencuentro muy emotivo.
«Me quedó impregnado su perfume. Y, literalmente, cada vez que lo huelo, me lleva de nuevo a aquel momento”.
Poco tiempo después se vieron en Rosario, donde él le confesó su amor desde la primera vez que la vio y ahí se volvieron inseparables. Tras esa confesión, ya no se separaron más. Cristian dice que lo que los hizo reencontrarse y vivir esta historia de amor tan apasionante, fue la persistente voluntad de ser felices.
Hace muy poco emprendieron su primer viaje a Bolivia y Perú, y en Ñaupa, templo de la luna de oro, un santuario en Pachar, Perú, donde los incas realizaban sus celebraciones matrimoniales, ella lo sorprendió, sin que el sospechara nada, preparando todo el ritual de matrimonio: había llevado los anillos, la ropa para ambos.
Se trata de un rito ancestral que incluye una ofrenda a la Pachamama y con el que se busca establecer un lazo espiritual con la naturaleza y lograr su bendición. Aunque la ceremonia es tradicional, además de tomar características de la cultura andina puede también tomar las de otra cultura o religión que esté vinculada con las creencias de alguno de los miembros de la pareja, de modo que se crea una fusión.
Desde ese momento, sus almas vivirán unidas hasta la eternidad. Más adelante, desean ir al Registro Civil para concretar su unión y, además, también planean tener una boda religiosa porque siguen siendo los dos profundamente espirituales. Los hijos también tienen su lugar en los planes a futuro.
Esta romántica historia nos muestra que sin importar los años que pasen, siempre se puede encontrar el amor y la felicidad, solo hace falta una entrega totalmente sincera de ambas partes en una relación y la voluntad de saber reconocer a esa persona especial.
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