Hay quienes nos dejan una gran lección de vida, y Aaron así lo ha hecho. Él nació 16 semanas antes de la fecha prevista, pesaba solo 490 gramos y medía apenas 11 centímetros. Realmente este pequeño tenía todo en contra, pero no se dio por vencido hasta sobrevivir.
Hannah, de Green Bay, Wisconsin en Estados Unidos, con 29 años estaba embarazada de su primer hijo, ansiosa por conocerlo, tenerlo en sus brazos y amarlo incondicionalmente, vivía el mejor momento de su vida.
La felicidad de toda la familia se desbordaba de emoción por la llegada del bebé. Pero todo cambió cuando 16 semanas antes de la fecha prevista para el parto un sangrado excesivo hizo que Hannah tuviera que ir a urgencias del hospital.
Era evidente que algo andaba mal. Los doctores le diagnosticaron lapidario y Hannah tenía que dar a luz.
Hannah, quien estaba destrozada porque su bebé estaría enfrentado difíciles problemas antes de que pudiera abrir sus ojos, pero no tenía otra opción que dejar su salud y la vida de su hijo en manos de Dios y del equipo médico.
Después de complicadas horas de parto, Hannah dio a luz a Aaron, quien sufrió dos hemorragias cerebrales durante su nacimiento y los médicos advirtieron que podría quedar en estado vegetativo.
“Me siento mal por decirlo, pero la primera vez que lo vi, fue muy duro mirarlo. Así de pequeño era”, dijo Hannah.
El pronóstico no era alentador, el pequeño estaba tan frágil que el sólo hecho de que estuviera vivo fuera del vientre era un milagro.
“Cuando nació no tenía idea de si estaba vivo o no, fue realmente traumático. Las probabilidades estaban en su contra, los médicos solo le dieron un 20% de posibilidades de sobrevivir”, añadió Hannah.
Pero lo que nadie sabía era que este pequeño recién nacido era todo un luchador y que no dejaría de pelear por su vida.
Aaron pasó un poco más de tres meses en una unidad de cuidados intensivos neonatales antes de que finalmente le dieran el alta el 24 de julio de 2018, tres días antes de la fecha estimada del parto.
Aunque fue enviado a casa con un ventilador para ayudar sus pulmones, ya había superado lo peor.
“Es un milagro, un guerrero y la persona más fuerte que he conocido. Aaron ahora es el niño que soñé que sería», dijo su madre.
Aaron tiene casi dos años, es un niño sano, alegre, fuerte y perfectamente normal.
Hannah visita las salas de cuidados intensivos neonatales ofreciendo su apoyo y solidaridad a otras madres.
Hannah quiere llevar un mensaje esperanzador a las familias que están pasando por una situación parecida a la que ella vivió para que no pierdan la fe. Vamos a ayudarla compartiendo su historia.