Rana Zoe Mungin era una profesora que perdió la vida ante complicaciones de COVID-19. Mungin era muy querida por todos en la escuela y siempre resaltó por tener una personalidad alegre y amorosa.
“Era una maravillosa profesora. Tuvo un impacto incalculable en todos sus estudiantes y colegas”, aseguró un portavoz de la Escuela Secundaria Bushwick Ascend.
Lamentablemente, comenzó a mostrar síntomas de coronavirus desde comienzos de marzo. Acudió un par de veces al Hospital pero fue rechazada constantemente ya que varios médicos pensaron que sólo tenía un ataque de pánico.
Rana empezó a enfermar con tan solo 30 años de edad.
Mungin vivía junto a su hermana, Mia. Mia es enfermera y todo parece indicar que llegó a casa con algo de fiebre después de cumplir con un largo turno de trabajo en el hospital. Ambas intentaron tomar tantas medidas de protección como fuese posible, pero Rana comenzó a tener serios problemas respiratorios.
“Yo no llevé el coronavirus conscientemente a nuestra casa, pero sé que estuve expuesta. Quisiera haberme ido yo en su lugar”, se lamentó Mia.
El 09 de marzo, acudió al hospital y le dijeron que sus pulmones estaban en perfecto estado. Volvió tan sólo un par de días después asegurando que tenía fiebre pero allí no hicieron más que volver a enviarla a casa. Se negaron a realizarle una prueba de COVID-19.
“Insinuaron que ella sólo estaba asustada y que sus pulmones lucían en perfecto estado”, explicó Mia.
Finalmente, las cosas no hicieron más que empeorar en casa y el 20 de marzo llegó al hospital en una ambulancia y comenzó a necesitar de un ventilador. Su situación era muy delicada ya que sufría de asma y de alta presión arterial.
Rana vivía en Brooklyn, Nueva York.
Su hermana permaneció con ella en todo momento e incluso la ayudó a recibir un tratamiento experimental llamado Remdesivir y que ha sido utilizado para tratar el ébola. Al principio parecía que estaba mejorando pero perdió la vida unos días después.
“Con mucho dolor tengo que compartir la noticia de que mi hermana ya no se encuentra con nosotros. Luchó durante mucho tiempo, pero su cuerpo ya estaba demasiado débil”, dijo Mia.
Mungin mantenía contacto con una enfermera, tenía problemas respiratorios y además condiciones de salud previas. Resulta verdaderamente indignante que haya sido rechazada dos veces en el hospital. Quizás, de haber recibido tratamiento a tiempo, hubiese logrado sobrevivir.
Nos unimos a los familiares y amigos de Mungin. Esperamos que su caso ayude a crear conciencia y que a nadie más se le niegue atención médica. Compartamos para dejar en alto su memoria.