J.R Storment es un empresario y padre de 2 hijos, que se encontraba en una importante reunión de trabajo, cuando recibió una llamada de su esposa, Jessica, en la que le daría la peor de las noticias.
Estaba junto a un grupo de 12 personas trabajando cuando se enteró de la repentina partida de su hijo de 8 años. Desde ese momento su mundo se desmoronó y su vida cambió para siempre.
En medio de su dolor ha querido compartir una reflexión en Linkedin titulada: “Es más tarde de lo que piensas”, que está conmoviendo a miles de personas.
Storment reconoció ante sus compañeros esa misma mañana, que en los últimos ocho años no había tenido ni siquiera una semana de vacaciones.
La muerte de su pequeño era como un taladro que le atravesaba el alma y se reprochaba una y mil veces por qué le dio tanta prioridad al trabajo y tan poca a su familia, y uno de sus hijos ya no estaba.
El mensaje de este papá que perdió a su hijo está tocando la fibra más sensible de muchos en las redes
Jamás olvidará cuando su esposa le dijo que su hijo Wiley había perdido la vida mientras dormía. Estuvo durante tres horas sin poder entrar a la habitación del niño porque los agentes de la policía y los médicos cumplían los procedimientos de rigor para investigar el caso.
Finalmente, cuando pudo entrar con su esposa, se sentaron junto a la cama de su hijo fallecido y acariciaron su cabello durante media hora.
Relató que la noche anterior al suceso, él discutió con su hijo y lo hizo llorar tras regañarlo, aunque se habían reconciliado y él se disculpó cuando lo llevó a su cama.
Cuando amaneció, el padre se fue a su trabajo sin despedirse ni darles un beso a sus dos hijos. Su esposa, al extrañarse de que Wiley dormía demasiado, intentó despertarlo descubriendo que no reaccionaba, no tenía signos vitales.
A Wiley lo diagnosticaron con epilepsia benigna infantil, una afección que generalmente desaparece en la adolescencia. Solo uno de cada 4.500 niños que la padecen pierden la vida súbitamente, como le pasó a Wiley.
Después del fallecimiento de Wiley, su padre cambió su manera de ver la vida.
“Muchos han preguntado qué pueden hacer para ayudar. Abraza a tus hijos, no trabajes hasta muy tarde. Si hay alguna lección que hay que sacar de esto es recordarles a los demás, y a mí mismo, que no se pierdan las cosas que importan”.
Relató que no ha podido reincorporarse a su trabajo porque no quiere volver a dejarse llevar por la rutina y arrepentirse de las cosas que se ha perdido. Reconoce que después de la tragedia ha mejorado notablemente su relación con su hijo Oliver.
“Mi esposa y yo tenemos un acuerdo de que cuando nos llamamos siempre contestamos. Cuando sonó mi teléfono móvil, me puse de pie y caminé hacia la puerta de la sala de conferencias. Todavía estaba atravesando la puerta cuando respondí ‘Oye, ¿qué pasa?’”.
“Ella respondió de inmediato, diciéndome que Wiley había muerto, yo respondí incrédulo y grité: ‘¡¿Qué?!’, grité: ‘¡No!’, lo siento mucho, tengo que llamar al 911”, así terminó la conversación que mantuvo con su esposa.
“Cuando los oficiales terminaron su trabajo nos permitieron entrar, me acosté junto a él en la cama, le cogí la mano y le dije: ‘¿qué pasó amigo? ¿qué pasó amigo?’”.
Los padres de Wiley lo acariciaron durante media hora antes de que lo sacaran en una camilla. Llevaba entre 8 y 10 horas fallecido.
“Mi hijo estaba obsesionado con tener un negocio, un día era un puesto de batidos, al día siguiente una galería, después una compañía de auriculares o una de construcción de naves espaciales. En todas las opciones él era el jefe. A veces nosotros trabajábamos para él, cuando jugaba a la galería su hermano Oliver era quien administraba la caja registradora”, relató el padre.
Contó lo difícil que fue firmar su certificado de defunción. “Ver su nombre escrito en la parte superior fue muy duro, sin embargo, los dos campos que había más abajo me derrumbaron. El primero explicaba en la ocupación que nunca trabajó y el siguiente, que reseñaba su estado civil decía que nunca se había casado”.
Desde que perdió a su hijo se lamenta no haber hecho las cosas diferentes, su esposa lo consuela diciendo que su hijo Wiley viajó a 10 países, condujo un auto en una carretera agrícola en Hawai, practicó buceo en Fiji, navegó en motos de agua. Aprendió ajedrez, escribió historias cortas y dibujó comics.
“Las cosas pequeñas sí importan. No digas que te divertirás cuando seas millonario, diviértete ahora mientras estás vivo, es más tarde de lo que piensas. Los años pasan tan rápido como un guiño. Diviértete, diviértete, es más tarde de lo que piensas”, concluyó el devastado padre.
La simple y valiosa lección de este hombre es aprender que la vida es breve y no podemos desgastarla trabajando. No puedes nunca saber si mañana te despertarás o no. La única certeza que tienes son tus hijos, que son lo más importante del mundo y serán siempre tu prioridad. Por eso precisamente, lo verdaderamente vital será crear bellísimos recuerdos con ellos. Y recuerda de no ir nunca a dormir sin decirles a tus hijos cuánto los amas.
No importa que tengas un trabajo importante, un buen auto y mucho dinero, sin duda aquello que cuenta más en el mundo son tus seres queridos, las personas que amas verdaderamente y que están siempre junto a ti en la vida. Por eso, olvida las cosas materiales y piensa más en tu familia. Nunca sabes cuándo será la última vez que los veas. No dejes escapar los momentos importantes, porque debes saber que nunca volverán.
Vale la pena difundir el testimonio de este padre que nos invita a priorizar nuestra vida, lo más importante siempre debe ser el tiempo junto a los seres que más amamos… ¡Antes de que sea demasiado tarde!