Cuando se hace una buena acción y se actúa de corazón, lo mejor que se puede hacer es guardar silencio para que nadie más, aparte del beneficiado, se entere de lo sucedido. Esto lo sabe bien un reconocido locutor de radio argentino que guardó un misterioso secreto durante décadas.
Fotografía de Julio Lagos
Fue una tarde de marzo del año 1977, cuando el conductor Julio Lagos recibió un cheque por una cantidad de dinero increíblemente grande en ese momento, casi 150 mil dólares de nuestro tiempo, que debían ser entregados a una incansable maestra de una zona alejada de Tucumán.
Sin embargo, el benefactor puso una condición para entregar el dinero y es que no quería que bajo ninguna condición se revelara su identidad, quería permanecer anónimo sabiendo que había hecho lo correcto solo en su corazón.
Escuela Mala Mala
El buen hombre había quedado conmovido con la noticia que Julio narró en el programa de radio denominado “El programa es usted”. En un lugar llamado Tafí del Valle, en Tucumán, habían encontrado a una joven maestra dentro de un gran barranco, quien con el golpe quedó inconsciente ahí un día y una noche, al borde de la muerte.
El nombre de la maestra es Aida Miriam Gómez, en ese momento de 25 años de edad, profesora de la escuela rural Mala Mala, se dirigía a dar sus clases pese a las dificultades del camino y fue entonces que la mula en la que se trasladaba sufrió un accidente. Afortunadamente, pudieron encontrar al animalito deambulando por la zona y así salvaron a Aida.
Al terminar de dar la noticia, un hombre de 60 años de edad se comunicó con los trabajadores de la emisora de radio para hablar con el locutor. Quería encontrarse con él para encomendarle una noble misión.
“Le voy a dar a usted un cheque para esa chica y su escuela, para que vaya a verla y se lo entregue personalmente. Pero le repito, esto es confidencial. Ella no tiene que saber quién se lo envía”, dijo el hombre.
Lo más lógico hubiese sido que el señor Julio se negara a cumplir con la petición de aquel hombre misterioso que acababa de conocer, pero no pudo rehusarse, pese a que ello implicaba dejar el programa de radio, así como a su familia, durante el tiempo del viaje.
Después de hacer un largo viaje, el locutor finalmente pudo encontrarse frente a frente con la maestra Aida, era una mujer muy alegre y conversadora a la que era muy fácil tomar aprecio.
Ella le confesó que el gran motivo que la hacia viajar cada día hacia la escuela rural de Mala Mala, ¡de 7 a 9 horas! era que los niños de esa zona se encontraban desamparados y ella quería ayudarlos.
Al ver la gran cantidad de dinero, la maestra supo que haría mucho bien a la escuela rural que tantas reparaciones necesitaba. Ella quería saber quién era el amable benefactor, pero solo 43 años después el locutor Julio se atrevió a revelarlo: fue el empresario metalúrgico César Cao Sarabia, quien acostumbraba a ayudar a todo aquel que necesitaba.
El buen hombre falleció en 1988, su secreto jamás fue revelado en vida, y Julio no pierde la esperanza de volver a encontrarse con la maestra Aida para ver de nuevo su hermosa sonrisa y saber qué fue de su vida.
Comparte esta emotiva historia que nos conmueve el corazón con todos tus amigos y, entre todos, ayudemos al señor Julio a reencontrarse con la maestra Aida.