El amor que una abuela siente por sus nietos es incalculable, sencillamente, son capaces de dar la vida misma por ellos, con tal de verlos sonreír y jugar felizmente. Pero, en ocasiones, la vida les hace pasar por grandes pruebas que les rompen el corazón y les hacen sentir inmensamente culpables.
Este es el drama al que se enfrenta una abuelita brasileña que, a sus 50 años, vive su mayor reto: lidiar con la culpa que siente después de que su amado nieto, de solo 1 año de edad, padeció un terrible accidente en una piscina, cuando se encontraba a su cuidado.
Todo sucedió en una finca de la familia de María Cristina da Silva Barros, ubicada en Itariri, en el Valle de Ribeira. María se trasladó hasta ahí para poder cuidar de su madre, junto a su nieto llamado Rhavi Barros.
Lo perdió de vista solo por un momento
En el lugar hay una piscina que se encuentra cercada, por lo que María tenía la confianza de que Rhavi jugara por doquier. No obstante, mientras la mujer daba las medicinas a su madre, el niño se escabulló por una abertura que conducía a la piscina y entró en ella.
Al buscarlo, llena de desesperación, María solo pudo alcanzar a ver uno de los dedos del niño sobresaliendo del agua. Pidió auxilio de inmediato y uno de sus familiares apareció para llevar a Rhavi al hospital más cercano.
El niño perdió la consciencia tras el accidente
“Primero, entré en una desesperación muy profunda, ni siquiera sé cómo explicarlo. En mi cabeza, le había arrebatado la vida. Lloré y grité, pidiendo ayuda a Dios”, narró la mujer.
Al llegar al hospital, un médico vio el estado del pequeño y decidió declararlo sin vida. Sin embargo, la familia no estaba dispuesta a rendirse, acudieron a un segundo hospital en donde Rhavi volvió a respirar, pero tuvo que ser intubado durante días, teniendo solo un 1% de probabilidades de sobrevivir.
Terminó con un daño cerebral agudo
“El médico dijo que era casi imposible que sobreviviera. Después de siete días, querían apagar sus dispositivos, porque solo funcionaba el 1% de su cerebro. Pero para mí, ese 1% era un 100% de parte de Dios”, señaló María.
Tras un mes en el segundo hospital, nuevamente, el niño fue trasladado a otra institución. Tristemente, la espera en el lugar para ser ingresado fue demasiado larga y Rhavi tuvo una convulsión, situación por la que tuvo que ser remitido a una unidad de Cuidados Intensivos.
Desde entonces, este valiente niño se encuentra luchando por su vida. Ni María, ni su madre llamada Tamires Carolina Barros Pinto Rodrigues, tienen pensado rendirse pese a que su situación económica no es nada fácil y, mensualmente, cuentan con menos de 100 dólares para sobrevivir.
Afortunadamente, miles de personas han quedado conmovidas con esta historia y, lejos de condenar a la abuela, han apoyado a la familia con donativos de pañales, alimentos y dinero que tanto ayudan al tratamiento del niño.
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