Existen muchos casos médicos insólitos, pero, recientemente, uno se volvió viral y generó cientos de miles de reacciones por parte de los usuarios quienes, todavía, hoy en día, no dan crédito a lo que presenciaron sus ojos. ¿Recuerdas la frase la mano peluda?
Se trata del extraño e inusual caso de Mackenzie Brown, una mujer estadounidense y residente en la ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos. Tenía tan solo dos años de edad cuando recibió un injerto de piel, debido al impacto en sus dedos por un portazo azotado por su madre sin darse cuenta.
Para el momento de la intervención, los médicos decidieron usar piel de su zona íntima, para evitar que la cicatriz se extendiera conforme la niña fuese creciendo y ganando en edad.
Lo más inquietante y asombroso es que, ahora, muchos años después, a Mackenzie le crece vello púbico en el dedo. Sí, señoras y señores, como para no creerlo, pero, es así, como se lee.
En la publicación, Brown muestra cómo la zona se volvió de un tono marrón oscuro, aunque, al parecer, esto puede deberse a otro factor. La mujer aprovechó para desafiar a sus seguidores a mostrar también las partes más raras de sus cuerpos y compartir sus experiencias. No dudó en mostrar la suya.
«En lugar de tomar la piel de la parte posterior de mi pierna, o de debajo de mi brazo, la tomaron de mi área de la ingle y cuando llegué a la pubertad y mi vello creció allí abajo, también comenzó a crecer en el dedo», explicó la mujer.
Una vez culminada la cirugía, como infante que era metió la mano herida en el inodoro por accidente. El yeso se humedeció y esto provocó que el injerto se tornara con ese matiz marrón oscuro, antes de que comenzara a aparecer en el dedo esta manifestación capilar.
Dijo que metió su mano al inodoro para intentar utilizarla, ya que el yeso se lo impedía. Y es que, a pesar de que es zurda, el estar incapacitada le desesperó un poco y le hizo sentir curiosidad de moverla.
La mujer también habló de su experiencia en la escuela, y cómo fue varias veces objeto de comentarios por parte de sus compañeros quienes, cuando se enteraron de la situación, comenzaron a ponerle apodos desagradables.
«Los niños se enteraron de eso en la escuela y empezaron a llamarme ‘dedo de vulva'», recordó Mckenzie.
La situación debió haber sido muy difícil de soportar para una niña pequeña, quien no sabía bien lo que sucedía, pero, además, tuvo que enfrentarse a los señalamientos de los demás.