La honestidad, es un valor que define a aquellas personas que se rigen por la verdad y la justicia. Por lo tanto, esta hermosa palabra que, más que un término es un valor supremo del ser humano, hace referencia a todo aquel que es decente, decoroso, razonable, probo, recto y honrado.
Con tanta corrupción imperante hoy en día en el mundo, esta definición le queda grande a muchas personas, pero no a un increíble hombre quien dio una verdadera lección de honradez y decencia a prueba de todo.
Luis Spahn, es un humilde trabajador argentino que un buen día, mientras iba de camino a su hogar en Santa Fe, se topó con un fajo de cheques al portador con un valor, entre todos, de 2 millones 700 mil pesos argentinos (casi unos 45 mil dólares estadounidenses) que le podrían enderezar la vida a cualquiera.
Spahn encontró los cheques en la ruta 70, cuando se dirigía a Santa Fe. Una vez que llegó a su casa, los revisó y se sorprendió enormemente cuando vio la gran suma que tenía en sus manos. Era la primera vez que veía tanto dinero en su vida.
Sin embargo, lejos de intentar cobrarlos, el hombre tomó la sabia decisión de devolverlos a la empresa que los endosó para quedar como un príncipe de virtud ante los ojos del mundo.
¿Sabia decisión? No tanto. Resulta que la empresa Telecom, una fábrica de herramientas de la cual Luis es subcontratista, decidió a su vez recompensar su nobleza y honestidad con una pala. Sí, así como se lee.
Según la “generosa” directiva de la compañía que emitió los cheques, estos se los había dado a un comisionista que los perdió y Spahn, quien admitió estar a punto de quedarse sin trabajo, prefirió devolver el botín y mantener su buen nombre. Por su parte, la compañía respondió dadivosamente su buena acción, nada más y nada menos que con una pala. ¡Qué dolor!
“Les llevé los cheques de buena fe y no esperaba nada. Ellos estaban sorprendidos y me dijeron si quería algunas herramientas.
Les dije que no y una de las chicas pidió que me trajeran algo y aparecieron con una pala”, relató Spahn.
El empleado de Telecom aseguró además que era consciente de que, cuando la noticia se diera a conocer, el morbo de la recompensa tendría más peso que su buena acción, pero, además, lamentó no tener ni siquiera un jardín donde plantar un árbol y darle uso a su “premio”.
Eso sí, admitió que su verdadero premio sería darse a conocer para no quedarse sin trabajo.
“Lo único que yo espero es continuar con mi trabajo y con mi vida”, dijo el honrado trabajador.