Juan Sebastián Galvis es un niño de 12 años que sufrió hipoxia cerebral al nacer, pero esto no le ha impedido soñar y vivir agradecido cada día disfrutando sus logros. Uno de sus sueños más grandes es estar al volante de un Transmilenio.
Este pequeño lleno de inteligencia y ganas de vivir, que prefiere que lo llamen Sebastián, nació con hemiplejia infantil del lado derecho, una enfermedad que limita la realización de algunas actividades cotidianas como desplazarse de manera independiente y le causa dificultades en la motricidad de las manos.
Afortunadamente, Sebastián cumplió su sueño de estar al volante de un articulado de Transmilenio derrochando una mirada llena de luz y alegría.
Desde pequeño, Sebastián ha observado con mucho detalle los movimientos que hacen los conductores cuando están detrás del volante de un autobús. Siempre ha soñado con ser el conductor de grandes vehículos.
Siempre le ha llamado mucho la atención la idea de manejar el Transmilenio, y un día decidió enviar un mensaje a través de las redes sociales de Transmilenio para felicitarlos por su trabajo.
Después de ese mensaje sucedió lo que nunca imaginó Sebastián.
Lo maravilloso fue que a los pocos días recibió la respuesta de quienes eran para él sus héroes al volante.
“Juan Sebastián, queremos saber cuántos años tienes y en dónde vives para poder cumplirte el sueño de conocer, no uno, sino cientos de buses”, respondió el personal del Transmilenio.
Yeimi Romero, la mamá de Sebastián y partícipe de toda esta aventura, decidió ser cómplice de la gran sorpresa para su amado hijo.
“Me dijo que era una cita con la psicóloga y fuimos hasta el 20 de Julio. Vi los buses y hasta estuve con el gerente”, dijo Juan Sebastián.
Este pequeño estuvo al volante de un articulado y la emoción se apoderó de él, literalmente su sueño se hizo realidad.
Sebastián se vistió con un overol de la empresa y, por unos momentos, se convirtió en el conductor que tanto anhela ser, estaba viviendo su sueño.
Su mamá sabe que, aunque sus condiciones físicas no han limitado sus ganas de vivir, podría ser difícil consolidar ese sueño cuando fuese más grande. Yeimi está muy feliz que su hijo haya vivido esta experiencia tan deseada y que por siempre recordará.
“Lo que esté en mis manos para apoyarlo lo haré. Si me gustaría que estudiara para ser un ingeniero mecánico, sería un mensaje de inclusión porque está poniendo la cara por los que son como él. Ellos también son valiosos y personas útiles para la sociedad”, explicó Yeimi.
Su madre siempre está dispuesta a apoyarlo en todo para que Sebastián realice sus sueños. Para ella, el amor todo lo puede y es capaz de hacer milagros.
Comparte esta emotiva historia que nos demuestra que no hay condiciones que limiten el verdadero amor.