La historia de Antônia Rodrigues, de 80 años, y Olavo Oliveira da Silva, de 84 años comenzó en Ceará, Brasil. Cuando se conocieron, ella tenía 16 años y él 20. Ambos se enamoraron casi de inmediato, se sentían muy unidos con un sentimiento muy genuino y fuerte.
Estaban tan perdidamente enamorados uno del otro que consideraron el matrimonio como la mejor opción, querían pasar su vida juntos.
La pareja quería casarse, pero el papá de Antônia no estaba de acuerdo con esa unión. No autorizó el matrimonio porque ya que tenía otros planes para su hija.
“Mi padre quería que primero fuera a la escuela y me graduara. Y que solo pensara en el matrimonio después de haber completado mis estudios”, dijo Antônia.
Como era de esperarse, a Antônia no le gustó la decisión de su padre, y le prometió que si no se casaba con Olavo no lo haría con nadie.
Pasaron los años durante los cuales ella viajó y vivió en varios estados hasta instalarse en Maranhão, donde empezó a convivir con una pareja por mucho tiempo, sin formalizar su relación en un matrimonio tal como lo había prometido. Posteriormente, él murió.
Simultáneamente Olavo, quien permaneció en Ceará, se convirtió en ebanista y se enamoró de una mujer, se casó y tras varios años terminó divorciándose.
Después vino una larga década de soledad. Durante esos 10 años los recuerdos de su primer amor empezaron a hacerse más fuertes.
“Empecé a pensar en ella y en lo que podría haber sido nuestra vida. Hasta que decidí buscarla. Tenemos una amiga en común y le pedí su número de teléfono. Me armé de valor y llamé.
El resto de la historia es simplemente felicidad. Un mes entero de citas directas para matar la nostalgia. Me siento como un adolescente. Salimos mucho”, reveló Olavo.
Cuando ella ya había cumplido 80 años y él 84 el reencuentro se hizo realidad.
Primero llegaron las llamadas y las largas conversaciones, hasta que Olavo se atrevió a dar el paso definitivo para saber si ella estaba dispuesta a casarse con él.
“¿Qué tal si seguimos donde lo dejamos?”, le preguntó Olavo a Antônia.
Antônia no dudó en responderle un “Sí” de forma inmediata.
Se volvieron a reunir durante la pandemia después de 63 años con la ayuda de Isabel Brandão, sobrina de Antônia, para la organización del viaje, además de cuidarlos en su regreso.
Una semana después, se casaron y ahora viven felices en una pequeña casa rodeados de la naturaleza y la tranquilidad del campo en Ceará, muy cerca del lugar donde se conocieron hace mucho tiempo.
Su historia nos recuerda que el amor siempre prevalece, no te vayas sin compartir este final feliz que en tiempos de pandemia nos hacen recuperar la esperanza.