Hannah Morris, de 27 años, es una mujer de Washington que sufrió una amarga experiencia mientras estaba en la dulce espera de sus mellizos, rompió aguas a las 16 semanas por una afección conocida como ruptura prematura de membranas.
Los médicos le dijeron que los bebés no tenían oportunidad de sobrevivir, faltaban 24 semanas para que el embarazo llegara a feliz término, a pesar de que le recomendaron interrumpirlo ella se negó, su esposo Mark King estaba de acuerdo.
Siguió su instinto y se rehúso a interrumpir el embarazo, ante su decisión los médicos la llamaron “inhumana” por continuar con los mellizos en su vientre mientras le aseguraban que si lograban sobrevivir serían discapacitados.
“Me dijeron que no podían hacer nada por nosotros, que ninguno de los bebés podría salvarse. Me dijeron que tomara un medicamento para inducir el parto porque esa era mi única opción”, relató Hannah.
La madre permaneció en reposo absoluto durante semanas y tomaba ocho litros de agua al día para evitar la pérdida de líquido amniótico. Finalmente, a las 34 semanas de embarazo dio a luz a George y Alife por medio de una cesárea.
Actualmente los pequeños tienen dos años y son perfectamente saludables, ella asegura que posiblemente los médicos no sabían cómo manejar su diagnóstico y la opción más sencilla era interrumpir el embarazo.
“Sentí que no tenían compasión por mí y las ganas que tenía de luchar por salvar la vida de mis hijos”.
“Me fallaron completamente. Si hubiera escuchado a esos médicos habría terminado mi embarazo y mis hijos no estarían aquí hoy, es devastador”, continuó Hannah.
Durante la gestación, las aguas se rompen aproximadamente a la semana 37, cuando ocurre antes se provoca un parto prematuro, pero en algunos casos las mujeres no dan a luz de inmediato.
Mientras más tiempo transcurre desde la ruptura hasta el alumbramiento hay un gran riesgo de infecciones para la madre y el bebé.
La causa de la ruptura prematura de aguas de Hannah fue una infección que contrajo en la semana 12 para la que no recibió tratamiento médico porque le dijeron que como no presentaba síntomas desaparecería sin fármacos.
Hannah y Mark tienen una hija mayor de seis años que también estaba muy ilusionada por la llegada de los gemelos.
Cuando los médicos les dijeron que morirían todos estaban devastados, pero Hannah no estaba dispuesta a aceptarlo, decidió continuar con el embarazo.
“Dije que si perdía a mis hijos sería naturalmente y dejaría que la naturaleza siguiera su curso”. El médico me dejó en una sala y ninguno vino a mi habitación durante 48 horas, simplemente nos dejaron a mí y a mi esposo solos para perder a nuestros hijos”, relató la madre.
Después de esos dos días, una ecografía reveló que ambos bebés estaban saludables y recibieron el alta médica.
Una semana después tuvieron una consulta con un médico que les dijo que los pulmones de los bebés no se desarrollarían, igual que sus pulmones.
Hannah se dirigió a una organización en busca de ayuda, decidió hacer reposo absoluto para salvar a sus hijos. Cada semana se hacía una ecografía para comprobar que los gemelos seguían en buen estado de salud.
Contra todo pronóstico, los gemelos nacieron sin complicaciones, aunque pasaron cuatro días en la unidad de cuidados intensivos neonatales.
Alfie nació con una enfermedad cardíaca, y George tenía el sistema inmunológico debilitado. Pero actualmente gozan de un perfecto estado de salud.
Hannah quiere difundir su caso para pedir mejor formación para los médicos ante la enfermedad que ella sufrió y crear conciencia sobre las complicaciones que pueden producirse en el embarazo.
Su objetivo es que otras madres con ruptura prematura de membranas sepan que la única opción no es interrumpir el embarazo, que a pesar de los riesgos muchos bebés logran sobrevivir.
Comparte el testimonio de esta madre que puede ser la esperanza para muchas familias alrededor del mundo.