Cuando Andrea Fierro supo que se convertiría en madre por tercera vez no cabía en sí de alegría. Sus dos hijos mayores, Alex y Jonathan, habían nacido por cesárea y tuvieron que pasar un par de días en la Unidad de Cuidados Intensivos. Afortunadamente, resultaron ser dos bebés sumamente fuertes y saludables.
Andrea y su familia viven en la ciudad de San Diego en California, Estados Unidos.
Ahora, ya se encontraba más acostumbrada a todo el proceso de exámenes y evaluaciones médicas, pero no estaba preparada para el largo y retador camino que debía enfrentar con su tercer bebé. Cuando se realizó las pruebas de la semana número 20 comenzó a ver que el técnico parecía algo preocupado al ver los resultados en la pantalla.
La enviaron con un especialista y pocos minutos después la llevaron a una habitación en donde no había más que un escritorio y algunos pañuelos. Fue allí donde recibió la noticia de que algo no andaba del todo bien con el cerebro de su bebé.
Por los momentos los doctores no estaban seguros de qué se trataba pero debían seguir monitoreando muy de cerca al pequeño para asegurarse de que no fuese nada grave.
“Nos dijo que los ventrículos cerebrales de nuestro bebé estaban agrandados con demasiado líquido”.
Andrea decidió mantener una actitud positiva y se concentró en hablar con su bebé para asegurarle que todo marcharía bien. Cuando le realizaron una resonancia los resultados fueron devastadores: el bebé había sufrido un derrame cerebral.
“Cada vez que me realizaba una prueba recibía noticias más alarmantes”.
Cuando llegó el momento del parto, Andrea pudo sostener en sus brazos a su bebé. Lo llamaron Damian James. Un par de horas después lo diagnosticaron con Trastorno de Coagulación Sanguínea llamado Factor V Leiden. En la mayoría de los casos esto produce la pérdida del embarazo, pero el pequeño Damian parecía determinado a pelear por su vida.
Se estima que una de cada mil personas sufre en algún grado de Factor V Leiden.
Damian tiene epilepsia y parálisis cerebral, además no puede caminar ni gatear. Tiene discapacidad visual y algunos problemas respiratorios como asma.
A los 3 años los médicos realizaron una cirugía que consiste en desconectar todo su hemisferio izquierdo, esto en un desesperado intento por disminuir sus convulsiones y poder salvar su vida.
Damian se debe alimentar con una una sonda gástrica.
Hoy en día Damian tiene 4 años de edad y sigue luchando por su vida. Andrea está sumamente orgullosa del largo camino que han logrado recorrer y su familia se encuentra más unida que nunca.
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