El cáncer no es un enemigo fácil de vencer, pero para Roberta Burton, de 28 años, había un gran motivo para aferrarse a su vida, estaba embarazada y no sólo su destino se definiría en esa dura batalla.
Para esta madre llevar a cabo la concepción de su tercer bebé era algo trascendental pues mientras su pequeño se gestaba, ella era sometida a un tratamiento de quimioterapias para salvarla del cáncer.
Roberta fue diagnosticada conlinfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer producido en el sistema linfático y debió someterse a un ciclo de ocho sesiones durante su embarazo.
Todo esto le sembró a la mujer una gran preocupación: no sólo temía por su vida, sino por la de su hijo y la posibilidad de que naciera con alguna condición especial debido a los fármacos recibidos por el tratamiento contra el cáncer de su madre.
Durante el embarazo, el pequeño fue evaluado cada dos semanas para comprobar que la gestación se estuviese realizando de la mejor manera. El asunto fue agotador para Roberta pero la mujer no desfalleció en su lucha.
“Es un sentimiento abrumador. Cuando tienes un bebé en cualquier circunstancia, es tu pequeño milagro. Pero cuando has pasado por la quimioterapia antes, lo miras y piensas ‘¿cómo es tan perfecto?», comentó la madre de tres.
Por fortuna, todos los temores de esta mujer se desvanecieron cuando el pequeño Elias llegó al mundo.
El bebé pesó poco más de 2,5 kilogramos, y debió nacer casi cuatro semanas antes de lo programado para que no continuara exponiéndose al tratamiento contra el cáncer de su madre.
A pesar de esa situación, lucía como un bebé sano y efectivamente así fue. Aunque al principio de este proceso ni los médicos sabían qué podía suceder, pues no había antecedentes de resultados exitosos con este tipo de cáncer, ahora la mujer está realmente agradecida.
Aunque la lucha contra el cáncer de esta madre aún continúa, el nacimiento de su bebé le ha inyectado esperanza y ganas de luchar. Ahora Roberta disfruta acurrucarse con su pequeño Elias y su nacimiento también ha sido un gran alivio para el orgulloso padre, Jason, y sus hermanos mayores Noah, de 4 años y Ezra de 2.
“Todos están muy emocionados, especialmente Noah, que está obsesionado con besarlo y abrazarlo. Quiere ayudar a cuidarlo», comentó la orgullosa madre.
Roberta ha mirado el miedo a la cara y está llena de vigor para continuar dando la batalla. Comparte su historia y envíale tus bendiciones a esta gran mujer y su hermosa familia.