La pérdida de un hijo es algo contra natura que no entra en los esquemas mentales normales de nadie, y cuando sobreviene, provoca grandes crisis, estrés, dolor y la más grande sensación de vacío que se puede experimentar.
Sin embargo, cuando el motivo ha sido una enfermedad degenerativa, y la persona querida se ha ido apagando poco a poco, es más llevadero quizás para los padres adaptarse a esa sensación de ausencia que produce la muerte. No ocurre así cuando la muerte ha sido por un accidente.
En Fort Lauderdale, Florida, Estados Unidos, Riley Barnett, un joven de 18 años, falleció instantáneamente cuando en un accidente su automóvil eléctrico Tesla Model S, se convirtió en una bola de fuego que no pudo ser controlada y colisionó contra un muro.
Ahora el padre de la víctima del mortal accidente, en nombre de Riley ha demandado a la compañía automotriz Tesla en el Tribunal Superior de California, a través del bufete de abogados Colson Hicks Eidson, acusándola de homicidio culposo y negligencia.
El hombre alega que en anteriores oportunidades había solicitado a Tesla instalar un tacómetro o controlador de velocidad para su hijo, ya que este tenía antecedentes de haber sido multado por exceso de velocidad y conducción temeraria.
Esto se hizo en un principio, pero, no obstante, empleados de otro centro de servicio retiraron el dispositivo sin notificar a los progenitores del muchacho.
Según los demandantes, esta tragedia se hubiera podido evitar si no se hubiera desprovisto al vehículo del regulador de velocidad, ya que el poderoso motor aceleró hasta unos 186 kilómetros por hora.
Lo que hizo que el adolescente perdiera el control segundos antes del fatídico choque, que no solo cobró su vida sino también la de su acompañante, identificado como Edgar Monserrat Martínez, cuyos padres también han interpuesto una demanda previa a Tesla.
“Si el limitador de velocidad hubiera permanecido en su lugar, como lo indicaron los Riley, el accidente nunca habría sucedido y Barret Riley estaría vivo hoy”, afirma Mike Eidson, abogado de la familia.
Como agravante del hecho, el grupo de abogados de la familia de Riley asegura que el sedán tenía una batería defectuosa, lo que produjo la fuga térmica que causó que el auto se incendiara y se estrellara. De no haber sido así, ambos tripulantes seguirían con vida.
Según los informes, las muertes no fueron producto del impacto, sino del intenso calor producido por el fuego que les causó las quemaduras mortales a los ocupantes del vehículo.
A fin de cuentas, lo que busca la familia agraviada es que Tesla asuma la responsabilidad por lo ocurrido y su negligencia en materia de seguridad no quede impune.
El litigio continúa, pero lo cierto es que ya nada podrá devolverles la vida a Riley Barnett y a Edgar Monserrat Martínez.
Ojalá nadie tuviera que pasar por una experiencia tan dolorosa como esta, y que los jóvenes y cualquier persona al volante tomen consciencia de los riesgos que implica rebasar los límites de velocidad.
Comparte esta historia con tus amigos y tu gente querida. A veces nos encontramos con noticias duras como esta, pero son necesarias para crear conciencia de la responsabilidad que debemos asumir sobre nuestra vida y la de los demás.