Es triste saber que, aún en plena contingencia por el coronavirus, existen muchos ancianitos en total desamparo que son tratados de la peor manera, y quedan expuestos a contraer el mortal virus.
Pero, esta situación es mucho peor cuando personas sin escrúpulos y llenas de maldad impiden que puedan recibir la ayuda que tanto necesitan.
Esta es la dramática historia de un humilde anciano peruano de 90 años de edad, identificado como José Trinidad Risco Nizama, con número de identificación DNI 07578392, quien tristemente fue dejado a su suerte por su único hijo en un solitario cuarto de adobe en el que vive bajo extrema pobreza, sin acceso a agua potable, electricidad, y sin un baño privado para su uso.
Es por eso que algunos vecinos residentes de la localidad de Lince, solicitan ayuda para el humilde ancianito, específicamente, piden auxilio al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, así como a la Municipalidad de Lima.
José se encuentra en un estado de vulnerabilidad extremo, además, debido a que tiene problemas de movilidad, se ha convertido en su fiel compañera una vieja silla de ruedas con la que puede realizar sus actividades y sobrevivir a su triste situación.
Por si fuera poco, una familia que vive en las habitaciones cercanas al ancianito se rehúsa a que pueda recibir la ayuda que quieren hacerle llegar personas de buen corazón y exigen a las autoridades que lo expulsen de su humilde techo.
“Empuja su silla de ruedas y vive del poquito de comida que le regalan. La gente le da, no es que él extienda la mano y, en caso de que lo hiciera, es porque no le queda de otra. Sufre mucho, lo insultan, por favor, ayúdenlo”, fue el testimonio de un testigo anónimo.
Sus malos vecinos han llegado al extremo de arrojar agua sobre el camino por el que transita diariamente para lograr hacerlo caer y que se marche del lugar, para así adueñarse de su habitación.
A falta de un sanitario a su disposición, el señor José deposita sus desechos en bolsas de plástico que después debe salir a colocar en la basura, exponiéndose a cientos de insultos por parte de sus vecinos que terminan por hacerlo llorar y suplicar por la presencia de su hijo ausente.
Pero, pese a sus dolidas súplicas, los vecinos dudan que el hijo de José se presente en algún momento en el lugar porque no le interesa el bienestar y seguridad de su padre, así que aprovechan para ofrecerle tratos deplorables.
A raíz del brote del coronavirus, José ha recibido ayuda por parte de su gobierno, pero no es suficiente para su estado tan crítico, por lo que sus buenos vecinos piden que sea trasladado a un albergue en donde pueda sentirse seguro, sin nadie que lo insulte y trate mal.
No es justo que personas de avanzada edad tengan que vivir injusticias tan grandes de personas sin ningún grado de empatía. ¡José merece una vejez digna, como cualquier otro ancianito!
Hagamos que don José reciba la ayuda que requiere y que sus vecinos no lo hieran más. ¡Él nos necesita, no te vayas sin compartir y exijamos justicia!