Todos sabemos que fuera de las comodidades de nuestro hogar existe gente desfavorecida que vive en condición de calle o que estando en un refugio pasan las más terribles necesidades. Aunque esa sea una verdad a voces, son pocas las personas que deciden actuar y hacer algo por el prójimo.
Por esa razón queremos compartirte la historia de Luiz Gustavo Rodrigues, un niño de 8 años que no puede ser ajeno ante las necesidades de los demás.
Este pequeño de Caçu, al suroeste de Goiás, Brasil, vive de una forma sencilla, sin lujos ni muchas comunidades pero es dueño de un gran tesoro: un corazón generoso.
Una tarde, Jessica Taís Santos, voluntaria de un refugio para anciano de la ciudad, tocó a la puerta de la familia de Luiz, quien vive con su padrastro, su mamá y sus dos hermanos.
Jessica estaba recolectando donaciones para una subasta en beneficio al refugio de ancianos que necesitaba algunas reparaciones.
Luizmar Nunes, padrastro de Gustavo, la atendió pero tuvo que excusarse porque en su sencilla casa no había nada de valor que pudiese aportar para la actividad.
“Ese día casi no tuve qué comer dentro de mi casa. Después lo tomé valentía y le dije: Mire, señora, no tengo nada hoy, pero mañana si pasa por aquí yo contribuyo”, recordó el señor Nunes.
Pero el generoso Gustavo interrumpió las disculpas de su padrastro y decidió darle a la voluntaria el huevo que tenía para su cena. El pequeño quiso contribuir con la buena causa y este hermoso gesto no podía ser rechazado, así que Jessica tomó el donativo más valioso de todos.
“Fue un gesto grandioso, viniendo de un niño inocente. La humildad que tuvo de venir para darme lo único que tenía para dar me conmovió mucho”, dijo la voluntaria.
Al salir de la casa con el corazón arrugado, Jessica no pudo evitar compartir la experiencia con los demás voluntarios y entre todos decidieron hacer de ese huevo una parte importante de la subasta.
La historia de Gustavo fue compartida en las redes sociales y de inmediato los vecinos se sintieron conmovidos por la buena acción del chico, lo cual motivó que otras personas colaboraran con el refugio de ancianos.
Finalmente, el huevo donado por el niño fue subastado por 4.000 dólares
«Un simple huevo con las mejores intenciones llegó a hacer lo más importante en esta gran tortilla de solidaridad», dijo el presidente del refugio para ancianos, Lucio Teodoro Morais.
Pero el río de generosidad que desencadenó la buena acción del pequeño Gustavo no terminó el día de la subasta y después de que la historia se conociera, surgieron muchos interesados en colaborar con la propia familia del pequeño.
Los mismos voluntarios del refugio coordinaron la recolección de alimentos, ropa y juguetes para Gustavo y sus hermanitos.
Pero esto no quedó allí, la policía de Rotam decidió visitar al pequeño que sueña con ser un oficial y también le llevaron donativos para él y su familia.
“Es su sueño. Él dice que quiere ser un policía de Rotam para ayudar a otros», dijo el señor Nunes.
Los oficiales sorprendieron a Gustavo, al recogerlo en su escuela y transportarlo en un vehículo oficial hasta su casa,
Además, lo esperaron con algunos obsequios como: un uniforme Rotam para él, llaveros, un termo, un calendario también con el símbolo policial y una gran canasta básica para la familia. El pequeño que actuó sin pensar en recompensa ha recibido innumerables muestras de amor por su bondadoso gesto.
Hay mayor satisfacción en dar que en recibir y esto lo sabe muy bien este pequeño. Comparte su historia y contagia a todos con su hermoso gesto. ¡Juntos hagamos de este un mundo más solidario!