La vida de Andrew Ewertz era igual a la de cualquier otro chico. Por desgracia, comenzó a sufrir terribles dolores de cabeza que no lo dejaban jugar, ir a la escuela ni continuar con su día a día.
En cuanto lo llevaron al médico lo diagnosticaron con migrañas; pero su madre sabía que se trataba de algo mucho más grave ya que los síntomas no desaparecían con ningún tratamiento.
Andrew fue diagnosticado con apenas 11 años de edad.
Finalmente, después de realizar todo tipo de pruebas encontraron la verdadera razón. El pequeño tenía un extraño tipo de cáncer que se había desarrollado en su cerebelo. Se trataba de una situación muy delicada y era importante que recibiera una cirugía lo más pronto posible.
El mismo día del devastador diagnóstico lo trasladaron al hospital en un helicóptero para extraer lo más pronto posible el tumor.
El cáncer de Andrew es conocido como meduloblastoma y afecta principalmente el cerebelo.
La operación fue todo un éxito, pero todavía quedaba un gran camino para el pequeño Andrew. Su vida dejó de ser la misma. Dejó de ver a sus amigos y no asistió más a clases ya que pasó los siguientes meses entre hospitales y agotadores tratamientos.
La quimioterapia lo hacía sentir sumamente cansado y él no hacía más que preguntar a su madre cuándo llegaría el momento de volver a casa.
Este tipo de cáncer tiene un 25% de probabilidades de recurrencia.
Se trataron de los meses más difíciles para toda la familia. Sara Moore, su madre, tuvo que dejar el trabajo para poder acompañar a su hijo a través de esta difícil jornada.
Ella es la encargada de los pagos de la casa; así que se vieron en la necesidad de entregar su hogar y vivir junto a otros familiares. Había que hacer muchos sacrificios; pero todo valdría la pena para poder ayudar al joven Andrew.
“Dejé toda mi vida en pausa para asegurarme de que recibiera el mejor tratamiento posible”.
Nueve meses después, Andrew y su madre recibieron la noticia que tanto habían estado esperando. El pequeño se encuentra completamente libre de cáncer y podrá regresar a la escuela.
Todavía necesitará someterse a constantes chequeos para asegurarse de que todo siga en orden; pero ya ha recuperado poco a poco la vida que todos los niños de su edad merecen.
“Se siente maravilloso poder volver a mi casa”.
Andrew es un chico muy valiente que supo enfrentar con mucha fortaleza una etapa tan difícil como lo es la lucha contra el cáncer. Ningún niño de su edad debería pasar más tiempo entre hospitales que en la escuela, jugando con sus amigos y divirtiéndose.
Esperamos que pueda continuar recuperándose y volver a ser tan feliz y lleno de energía como siempre lo ha sido.
Comparte esta nota para apoyar a su familia y a tantas otras que se encuentran pasando por la devastadora lucha contra el cáncer infantil.