Cuando Annabel Beam, de Texas, tenía cuatro años empezó a padecer dolores estomacales, su abdomen se inflamaba y sentía calambres. Un año después, sus intestinos quedaron totalmente obstruidos y necesitó ser intervenida de emergencia.
Los médicos no lograron detectar las causas del mal funcionamiento del sistema digestivo de Annabel. No podía alimentarse normalmente sino con una sonda, se enfrentaba a muchas dificultades por su rara afección.
Christy Beam, la madre de Annabel, se negaba a aceptar el diagnóstico de algunos médicos, sabía que a su hija le ocurría algo grave y que su vida estaba en riesgo.
Los médicos le decían que la causa de sus problemas era la intolerancia a la lactosa. El doctor Samuel Nurko, gastroenterólogo pediátrico del Hospital Boston Children’s es especialista en problemas de movilidad gastrointestinal.
Pero los padres de Annabel no lograban obtener una cita a pesar de tener meses llamando y enviando cartas, así que tomaron un avión a Boston para presentar el caso de Annabel a esa consulta.
Finalmente, el doctor atendió a Annabel y le diagnosticó con dos peligrosas enfermedades incurables. La niña sufría pseudo-obstrucción intestinal crónica y trastorno de hipomotilidad antral.
El especialista inscribió a Annabel en un trabajo de investigación, le administraban fármacos que tenían serios efectos secundarios, así que Annabel necesitaba visitar el hospital cada seis semanas.
La familia de Annabel hizo un gran esfuerzo para costear los gastos del tratamiento y los frecuentes viajes a Boston.
Un accidente del que surgió un milagro
Annabel tenía 8 años y regresaba del hospital cuando se subió a un enorme árbol que hay en el patio de su casa animada por su hermano. La rama en la que estaba no resistió el peso y ella se precipitó desde una altura de 10 metros.
Estuvo inconsciente y atrapada entre ramas durante cinco horas y media hasta que un equipo de rescate la sujetó a un arnés para rescatarla subiendo su cuerpo.
La niña fue traslada al hospital de inmediato, recuperó la conciencia y cuando despertó no sintió más dolor, su abdomen había recuperado su tamaño normal.
Pudo ir al baño y alimentarse sin usar la sonda ante el asombro de todos.
Los médicos comenzaron a retirar la medicación para sus problemas gastrointestinales dándole de alta.
“Jesús debió estar con esa pequeña en el árbol, porque está completamente sana”, dijo su médico tratante.
El testimonio de Annabel
Mientras se recuperaba, Annabel les contó a sus padres lo que vivió durante las horas que estuvo atrapada en las profundidades del árbol.
“Mamá, fui al cielo mientras estuve en ese árbol, me senté en el regazo de Jesús. Me quería quedar allí, pero me dijo que no podía”, contó Annabel.
Después de insistirle para que ofreciera más detalles, Annabel contó que vio a su abuela, que había fallecido en 2010. “Por eso supe que estaba en el cielo”, resaltó la niña.
“Siempre pensé que estar en el cielo sería como sentarse sobre las nubes; pero realmente es como estar suspendida encima del universo. Siempre pensé que Dios tenía un gran corazón, y lo tiene, su corazón es tan grande que deslumbra. Sus ojos brillan como la gloria dorada reflejada por el sol”, detalló la niña.
“Todo resplandecía. La luz venía de todos los lugares, de las flores y de las plantas, incluso la hierba desprendía luz cuando andabas sobre ella”, agregó.
Sus padres se sorprendieron por su elocuencia y por el vocabulario tan amplio que ella no acostumbraba a usar.
Un milagro llevado al cine
La historia de Annabel fue llevada a la gran pantalla a través de la película “Los milagros del cielo en Dallas”, la madre de Annabel asegura que está complacida de saber que su testimonio tenga tanto alcance. La película se estrenó en marzo de 2016.
“Es abrumador que Dios nos use a través de nuestra experiencia”, dijo. Además, el milagro de Annabel también fue relatado en un libro que tuvo récord de ventas llamado: “Miracles from Heaven”.
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