¿Seguir siendo «bella» o mantenerme con vida? Esta es una pregunta que muchas mujeres que han sufrido de cáncer de mama han debido plantearse ante la infalible posibilidad de perder uno o ambos senos. Pero como si la feminidad consistiera tan solo en tener pechos, aún hoy en día son muchos los prejuicios que existen en torno a lo que se supone que debe ser una mujer.
Esto es algo con lo que tuvo que lidiar Mariana Milward, al tiempo que luchaba contra un extraño y sumamente maligno tipo de cáncer de mama que casi le arrebata la vida. Por esta razón, esta luchadora joven brasileña ha decidido salir a la calle a contar su historia y, así, demostrarle al mundo que se puede ser bella aún cuando no tienes más que cicatrices en el pecho.
Todo comenzó en el año 2009, cuando Mariana, de 24 años en ese entonces, descubrió un nódulo en su seno izquierdo mientras tomaba una ducha. Preocupada, la chica acudió al hospital donde le realizaron una biopsia. El resultado fue precisamente lo que Mariana no quería escuchar: el tumor era incurable.
«Me dijeron que el tipo de cáncer que tenía era tan raro, que solo tenía de 1 a 3 % de probabilidades de vivir».
El panorama era tan devastador, que los doctores le aconsejaron a la familia de Mariana que se la llevaran a casa a esperar que muriera o que ocurriera un milagro. Completamente seguros de que ocurriría lo primero, en el hospital prepararon el certificado muerte de la chica, solo faltaba imprimirlo.
Devastada, Mariana volvió a su hogar en Sao Pedro de Aldeia, en Brasil, se encerró en su habitación, cerró las ventanas y se dedicó a llorar y a lamentarse; a esperar que llegara la hora de decir adiós.
Pero no pasó mucho tiempo hasta que Mariana reunió fuerzas de nuevo para salir en busca de una nueva opinión médica. Fue entonces cuando la refirieron al National Institute of Cancer, en Río de Janeiro. Allí, la chica fue sometida durante 4 meses a 6 agotadoras sesiones de quimioterapia.
Afortunadamente, Mariana comenzó a responder de manera positiva al tratamiento, la necrosis se desaceleró y las células malignas se redujeron. No obstante, aún era necesario llevar a la chica a quirófano para removerle ambos senos, pues esta era la única manera de evitar que la enfermedad se esparciera por el resto del cuerpo.
Sin embargo, varios miembros de su familia, incluida su madre, intentaron oponerse a la operación, argumentando que sin senos Mariana se vería grotesca y que nadie la desearía de nuevo con esas cicatrices.
«Fue terriblemente angustiante tomar la decisión de operarme. Estaba muy, muy enferma, muy débil y calva porque había perdido todo mi cabello por la quimio. Pero en medio de todo esto, tuve además que pelear para defender la operación de todos los argumentos negativos de mis seres más queridos«.
Mariana tuvo que esconderle a su propia madre la fecha de la operación. Solo la acompañó el chico que había sido su novio desde la infancia.
Mariana recuerda cómo, antes de entrar a la operación, se hincó de rodillas y le pidió a Dios que la ayudara a superar su enfermedad. «Prometí que, si me curaba, nunca me avergonzaría de mis cicatrices y que me convertiría en un ejemplo a seguir para otras mujeres que luchan contra el cáncer y a las que también les dijeron que no había esperanza».
Y eso fue exactamente lo que pasó. Mariana sobrevivió a la operación y poco a poco su salud fue mejorando y su espíritu cobrando fuerza. Así, apenas su cuerpo se lo permitió, Mariana emprendió una campaña que ha dejado con la boca abierta a muchos feligreses.
En la actualidad, esta valiente mujer ha recorrido más de 200 iglesias en todo Brasil contando su historia de lucha. Pero no solo eso, Mariana también ha decidido desafiar a todo los que afirman que una mujer sin senos no merece la pena ser querida, así que muestra su pecho con orgullo, sin sentir la más mínima vergüenza por esas cicatrices que le hacen recordar que fue a la guerra y que regresó victoriosa.