Durante mucho tiempo, cuando las técnicas médicas aun no eran lo suficientemente avanzadas en Estados Unidos, los intentos por salvar la vida de los bebés prematuros eran muy escasos; un bebé que nacía prematuramente era casi siempre destinado a morir.
Pero había un curioso sitio a donde los padres, especialmente de bajos recursos, podían acudir: un espectáculo en el parque de atracciones en Coney Island, donde un hombre se las ingenió para cambiar el curso de la ciencia médica estadounidense.
El Dr. Martin Arthur Couney, fue este maravilloso hombre que salvó la vida de miles de niños prematuros en su exhibición de incubadoras de bebés en Coney Island.
Estas incubadoras no fueron utilizadas o aceptadas por el establecimiento médico hasta los años treinta, Couney se vió obligado a convertir su clínica en una exposición, como una feria para entretener al público.
Aunque su exposición estaba situada en un parque de diversiones, la atmósfera interior era muy profesional. La instalación de incubadoras infantiles de Martin Couney fue uno de los espectáculos más populares de Coney Island; esto fue durante unos 40 años, desde 1903 hasta 1943, donde se podía ver una verdadera lucha entre la vida y la muerte de estos pequeños bebés.
Era una especie de ayuda a los bebés que nacían prematuramente, que en esos tiempos no tenían posibilidad de sobrevivir. Couney nunca cobró a los padres una cuota por el cuidado que le dio a sus bebés.
Su clínica fue financiada solamente con el cobro que le hacía al público para entrar a ver a los bebés que era tan solo 25 centavos por cada persona; era tanta la gente que asistía al lugar que Couney podía pagar buenos sueldos a su personal, el alquiler del lugar, la compra y mantenimiento de las incubadoras y guardar suficiente para planificar más exposiciones. Incluso quedaba suficiente dinero para que se le pudiera considerar un hombre rico.
Couney recibió su título de médico en Alemania, era un inusual pionero de la medicina, un inmigrante judío-alemán rechazado por la comunidad médica y condenado por muchos como un autopublicista y charlatán.
Estudió con el Dr. Pierre Budin, que había sido pionero en la teoría de las incubadoras. Couney tenía dos exposiciones en Coney Island, una en Luna Park desde 1903 hasta 1943 y otra en Dreamland desde 1904 hasta el lamentable incendio de 1911.
Su equipo médico de trabajo consistía en enfermeras, nodrizas y médicos técnicos altamente entrenados, incluyendo a su hija Hildegarde, una enfermera.
En 1939, había tratado a más de 8.000 bebés y salvó la vida de 6.500. Uno de ellos era su hija, que había pesado menos de kilo y medio al nacer, así que se convirtió en un paciente más de este curioso centro médico.
Couney no escatimaba cuando se trataba del cuidado y la salud de estos bebés, las incubadoras eran importadas de Europa, de Francia, donde la medicina estaba mucho más avanzada en esa época.
Y, a pesar de que el cuidado de los bebés prematuros era costoso ($15 por día, equivalente a $400 en la actualidad), todo estaba tan bien administrado que el dinero de las entradas siempre fue suficiente; eso era un gran alivio para los padres.
Además, aunque algunos puedan pensar lo contrario, Couney hacía especial hincapié en cuanto a la higiene y la salud de estos bebés y de todo el recinto; es por eso que todo siempre estaba impecable.
También tenía un chef para el lugar, el cual se encargaba de mantener bien alimentadas a las enfermeras que allí trabajaban; cualquiera que no comiera saludable, fumara o bebiera, era despedida de inmediato
Sin embargo, también tenía algunos métodos que hoy en día podríamos considerar poco convencionales pues, a pesar del delicado estado de los bebés, él insistía en que ellos debían recibir amor y afecto, lo cual ayudaría en su salud.
Es por esto que las enfermeras siempre sacaban a los bebés de las incubadoras cada cierto tiempo y les brindaban besos y abrazos.
Couney pasó tiempos duros por las constantes críticas y numerosos intentos de cerrar su exposición, que muchos consideraban «contra la naturaleza humana». Pero eso no fue un impedimento pues Couney persistió y proporcionó atención médica a los hijos de padres que no podían pagar este tipo de atención.
Uno de estos bebés fue Carol Boyce Heinisch que nació prematuramente en 1942 y fue llevada a la exhibición de Couney en Atlantic City.
Martin Couney era un hombre increíble. Debería ser famoso por lo que hizo. Salvó a miles de nosotros».
Otro de los bebés que nació tres meses prematura fue Beth Allen y dijo:
Nadie más estaba proponiendo hacer nada para salvarme. Sin Martin Couney yo no habría tenido una vida».
Cuando su exposición en Luna Park se cerró en 1943, los métodos de Couney estaban siendo usados en hospitales convencionales. Couney se retiró y murió solo en su casa en Sea Gate en 1950, su muerte fue marcada con un obituario en el diario The New York Times.
Los hospitales estadounidenses tardaron un tiempo en establecer sus propias instalaciones para bebés prematuros, la primera se inauguró en Nueva York en 1939; antes de eso, no habían podido lograr encontrar métodos viables para salvar a los bebés prematuros.
Hoy en día el legado de Couney es reexaminado por los médicos y muchos de los bebés que fueron salvados por este hombre hablan con orgullo en su defensa.
Martin Couny sin duda fue un hombre innovador y empático, se encargó de ayudar a muchos aunque tuviera a la mayoría en contra. ¡Haz que su historia sea conocida!