Noah es un niño que nació en Villa Carlos Paz, Argentina el 26 de junio de 2016. Le diagnosticaron microcefalia, los médicos le pronosticaron un año de vida.
La madre del niño, de 31 años, sabía que pasaba algo inusual cuando le acercaron a su hijo para que lo conociera. Notó que era distinto a sus otros dos hijos, Joaco, de 7 y Pato de 4.
“Se lo llevaron a observación porque tenía la cabeza muy pequeña, le faltaba desarrollarse e intentaron ponerle un botón gástrico, pero yo me negué. También tenía una arritmia cardíaca por una cavidad abierta, pero se cerraría sola”, relató la mujer.
Sabrina no tenía empleo al momento del nacimiento. Estaba a punto de perder su vivienda por impago, pero jamás se rindió e hizo lo imposible para someter a su bebé a un tratamiento médico que le diera esperanza.
Asegura que desde el primer día se enamoró de su bebé, ya no pensaba si podría ir a la universidad o no, pero a pesar de los peores pronósticos médicos se ponía objetivos a corto plazo.
Según los médicos Noah no viviría más de un año, no caminaría ni podría comunicarse.
Noah tenía muchas complicaciones, su madre confiesa que al principio no lograba entender por qué les ocurría eso. Veía a su hijo pequeño, se apreciaban sus huesos y su cabeza no tenía un tamaño normal.
“Pero a las 24 horas salí de ese estado de shock y negación, me conecté con mi bebé”, relató Sabrina.
Estuvieron ingresados en el hospital durante 19 días. Cuando Noah cumplió un mes desarrolló ginecomastia. Sus pechos comenzaron a inflamarse hasta alcanzar un tamaño exorbitante.
Su intuición le dijo que suspendiera la lactancia aun en contra de la recomendación de los médicos, y así obtuvo los resultados esperados.
Para poder sobrevivir mientras atendía a sus hijos ella vendía tartas, empanadas, y otros productos.
En diciembre a Noah le diagnosticaron diabetes, cada semana ella decía trasladarlo a Córdoba para hacerle analíticas, hacía dos trayectos de una hora en autobús.
El niño sufría complicaciones asociadas al aparato digestivo, no quedó otra opción que colocarle el botón gástrico para que se alimentara a través de ese mecanismo.
En la celebración del cumpleaños del hermano mayor de Noah, de 4 años, él presentó fiebre. El día siguiente convulsionó y Sabrina lo trasladó al hospital en Córdoba, en el camino el bebé no paró de convulsionar, terminaron llamando a una ambulancia.
“Fueron tres horas continuas de convulsiones, no podían pararlo, me dijeron que rezara si tenía fe. Pero no soy creyente. Lo conectaron a cinco máquinas por las que le administraban medicamentos, estaba en el pasillo esperando y me dijeron que no apagara mi teléfono móvil porque esa noche podía pasar cualquier cosa”, relató Sabrina.
Los médicos le dijeron que se preparara para lo peor, ella incluso consideró donar los órganos de su hijo. Le dijo al oído que si necesitaba descansar ella lo dejaba irse.
“Sé que me escuchó, habíamos desarrollado una relación simbiótica, éramos uno”, dijo Sabrina.
Noah comenzó a mejorar el día siguiente. Recibió el alta días después y su madre tenía más esperanza que nunca, cuando necesitaba trasladarse al hospital llamaba a los bomberos para pedir ayuda.
En uno de los ingresos de Noah al hospital estuvo convulsionando durante 23 horas. Las enfermeras no comprendían cómo Sabrina se mantenía luchando por la vida de su pequeño sin rendirse.
La desesperada madre grabó un vídeo de Noah y lo publicó en Facebook para pedir ayuda. “Ese vídeo me cambió la vida”, aseguró.
Sabrina comenzó a recibir la ayuda que necesitaba de diversas instituciones. Una ONG le ofreció un avión ambulancia para trasladar a Noah a Garrahan, el gobierno de Córdoba les otorgó lo necesario para que empezara a hacer rehabilitación neuronal. Además, le otorgaron un subsidio a Sabrina para el alquiler de una nueva vivienda.
En abril de 2017 la organización Saunemprendió una campaña llamada “Todos por Noah”, recaudaron a través de rifas, eventos y ferias 15 mil dólares.
Así fue como trasladaron a Noah a Ecuador para empezar una terapia de regeneración celular.
«Si bien en la parte motriz no se vieron grandes cambios, sí lo noté en su sistema inmunológico: se curó de la diabetes, creció notablemente y mejoró su sistema endocrinólogo», dijo la madre.
Sabrina probó con medicina alternativa para evitar que su hijo consumiera medicamentos en exceso. Actualmente Noah se sienta, y tiene el control de su torso, ha tenido muchos avances.
“Me dijeron que no intentara nada, que él jamás lograría caminar. Pero también me dijeron que no podría sobrevivir. Así que yo creo que puedo superarlo todo”, dijo Sabrina.
Con la ayuda de arneses y andadores Noah hace terapias para lograr caminar por sí solo.
Su madre quiere recaudar fondos para pagar ese tratamiento de rehabilitación que mejorará la calidad de vida de su pequeño. Aunque Noah no es capaz de comunicarse verbalmente, su madre asegura que busca la manera de hacerse entender y lo logra.
Desde hace tres años Sabrina lucha de forma incansable por su bebé, y ha logrado que Noah superara los pronósticos de la ciencia.
“Encontramos un kinesiólogo que creyó en Noah que se llama Raúl Losa. Y los avances son increíbles. Noah ya dio sus primeros pasos con un andador, es el comienzo, pero yo sabía que mi hijo tenía que intentarlo. ¡Y no me equivoqué!”, dijo la madre de Noah.
Para ayudar a este niño tan valiente y guerrero se puede colaborar a través de esta página web de Saun.org y comparte su caso en las redes.