La injusticia no tiene ninguna justificación, pero es una realidad que, cuando los países caen en condiciones de pobreza extrema, exclusión, desigualdades de todo tipo, violencia y muchos otros flagelos, aflora la peor parte de algunas personas.
Tal como ocurre en Nigeria, donde redes de delincuentes se lucran vulnerando los derechos de los más inocentes.
El Índice de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas para medir el progreso de un país, que indica el nivel de vida de sus habitantes, señala que los nigerianos están entre los que peor calidad de vida tienen del mundo.
Las condiciones imperantes afectan terriblemente la posibilidad de empleo, y muchas jóvenes luchan por sobrevivir como pueden a las peores adversidades.
De eso se aprovechan inescrupulosos que bajo el engaño de un posible trabajo como domésticas atraen a jóvenes de 15 y 28 años procedentes de zonas rurales del sur del país, y son llevadas a Lagos, donde las convierten en madres a la fuerza para comercializar después con los niños que nacen.
Aunque hay quienes piensan que algunas jóvenes lo hacen a conciencia para ganar algo de dinero. Una de las indefensas mujeres rescatadas contó cómo llegó a ese terrible lugar.
“Mi amigo me llamó para decirme que alguien estaba buscando ayuda doméstica. Pedí prestado dinero para venir a Lagos”, dijo la chica.
Pero al llegar al sitio una mujer la recogió en la estación de autobuses y la llevó a un sórdido lugar donde fue abusada por siete hombres, con los días descubrió que estaba embarazada.
“Me dijeron que después del parto me pagarían generosamente y que podía marcharme si así lo deseaba”, agregó la afectada.
La Policía de Nigeria supo del caso y realizó varias redadas en tres viviendas en Lagos y en un hotel en Isheri Osun.
“Recibimos informes sobre actividades de individuos que mantenían a mujeres embarazadas y bebés para venderlos después del parto”, dijo Bala Elkana, portavoz de la policía de Lagos.
Los agentes policiales rescataron a 23 mujeres embarazadas y 4 niños quienes eran víctimas del desalmado negocio.
Les pagaban alrededor de 1.400 dólares si la criatura era niño, y unos 800 dólares en caso de ser niña. Los vendían a mujeres con recursos económicos que no podían engendrar.
El operativo se trató de mantener en secreto para dar con el paradero de los sospechosos, y lograron detener a dos mujeres, de 40 y 54 años, que fungían como enfermeras sin tener la preparación para desempeñar ese oficio.
La principal responsable de la red, se le conoce con el nombre de Madame Oluchi pero aún no la encuentran.
Las mujeres y los niños rescatados fueron reubicados en lugares seguros, reciben ayuda médica y psicológica para, cuando estén preparados física y emocionalmente puedan regresar a sus hogares.
El tráfico de seres humanos es una acción mala desde todo punto de vista, y las autoridades deben seguir poniendo todo su empeño por acabar con ella.
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