Para toda mujer embarazada, el momento del parto se puede convertir en una experiencia tan emocionante como angusiante. Si bien es cierto, todas esperan con ansias el poder tener a su bebé en sus brazos, siempre queda la incertidumbre de si vendrá sano y si su vida no corre ningún peligro.
Es lo que le sucedió a Sharon Grant, quien de modo imprevisto tuvo que ser sometida a una cesárea de emergencia, con apenas 28 semanas de embarazo.
Sharon dio a luz en en el hospital de Derriford, Plymouth, en Inglaterra.
Sharon, de 37 años había acudido previamente a los controles del embarazo y los médicos se alarmaron cuando a las 20 semanas se dieron cuenta que la bebé no se estaba alimentando adecuademente. En un intento por lograrlo hasta el último momento, tuvieron que traerla al mundo asegurándole que lo más probable es que naciera muerta. ¡Qué angustia!
Y Sharon dio a luz a la pequeña Pixie, que nació de milagro pesando apenas 499 gramos.
Los médicos se mantenían escépticos y le dijeron claramente a Sharon que Pixie sobreviviría durante una hora…
Inmediatamente, fue llevada a cuidados intensivos, donde no se ahorraron esfuerzos para mantenerla con vida el mayor tiempo posible.
Pixie no era más grande que la mano de su madre y pesaba menos que una bolsa de azúcar.
En medio de la desesperación por salvarla, el equipo médico se dio cuenta que no tenían los aparatos necesarios para mantener con calor a un bebé tan pequeño.
Así que uno de los doctores tuvo la más brillante de las ideas…
La introdujeron en una bolsa plástica ermética para sánduches
Aunque parecía una idea descabellada, era la solución perfecta para que Pixie recuperara la temperatura corporal que tenía dentro del vientre materno.
Se trataba de un método que ya había sido usado en casos como estos y los resultados habían sido exitosos.
La piel de los bebés prematuros libera líquidos demasiado rápido, por lo que envolverlos en una bolsa de plástico o en papel de aluminio puede calentarlos mejor que una manta normal, según lo reveló un medio local.
“Era tan extraño verla envuelta en una bolsa de plástico, debió de ser lo que el quirófano tenía en ese momento», declaró su madre.
La madre, por su parte, aunque temía seriamente por la vida de su pequeña, confiaba firmemente en la sabiduría de los médicos que sabían exactamente lo que hacían.
La angustiada Sharon pasó largos 18 días sin poder sostener a su hija porque eso implicaba que cada vez que se manipulaba a Pixie, la pequeña perdía más y más peso, y podía costarle la vida. La madre tenía que conformarse con verla a través del cristal, sacarse la leche cada 3 horas para alimentarla y confiar que algún día por fin la podría tomar en sus brazos.
Pero la hermosa Pixie mostró ser la guerrera más valerosa del mundo y después de 3 meses en el hospital, le dieron la feliz noticia de que podía irse a casa.
Ahora, 3 años después, Pixie es un ejemplo de la grandeza del equipo médico que estuvo detrás de la gran batalla por salvarle la vida. Su madre le enseña fotos de lo delicada que era, y aunque sigue siendo pequeña en comparación con otros niños de su edad, se ha convertido en una niña feliz, consciente de que algo grande le espera.
Es una gran historia que puede servir para alentar a tantos padres que traen al mundo bebés prematuros. Es grandioso que con algo tan sencillo como una bolsa plástica, se haya podido salvar la vida de esta pequeña.
Celebremos la vida compartiendo la grandiosa recuperación de Pixie con tus amigos.