La idea de aprovechar cada día de nuestras vidas como si fuese el último es una máxima que existe desde tiempos muy antiguos y se refiere, básicamente, a comprender que nuestros días en la tierra están contados y que si no tenemos la mirada fija en el presente se nos puede ir el tiempo pensando en el futuro o en el pasado. El poeta romano Horacio lo definió como Carpe Diem, una locución latina que podría traducirse como «vive el momento».
Vivir intensamente cada instante, por más insignificante que parezca, es algo que la mayoría de las personas da por hecho, no obstante, para aquellos que saben que están a punto de morir es una realidad inquebrantable.
Así le sucedió a Jon Strawson, de 33 años, cuando le dijeron que estaba a punto de perder la vida y él en lo único que podía pensar era en que necesitaba más tiempo para compartir con sus 3 hijos.
En su cumpleaños número 33, el 21 de julio del año pasado, los médicos le diagnosticaron a Jon leucemia mieloide aguda. Durante los meses siguientes, a este abnegado padre le aplicaron un sinfín de tratamientos, incluyendo un trasplante de médula ósea donada por su hermana, pero ninguno de ellos dio resultado.
«Después del trasplante, todo parecía estar yendo bien. Mi sangre estaba bien y también lo estaba mi salud en general. Me estaba recuperando poco a poco«, recuerda Jon.
Sin embargo, tan solo 3 meses después del trasplante, comenzaron a salirle bultos debajo de la piel en varios lugares del cuerpo. Fue entonces cuando le realizaron una nueva biopsia y el resultado fue completamente desesperanzador: la leucemia había reincidido.
Los médico le dijeron a Jon que podía irse a casa a recibir cuidados paliativos para morir en unas semanas o arriesgarse a recibir fuertes dosis de quimioterapia que, igualmente, podrían no dar resultado.
Sin dudarlo, Jon tomó la opción de la quimioterapia: «Unas semanas no son suficientes, prolongar esto lo más que se pueda es algo que le debo a mis hijos».
No obstante, la recuperación en esta etapa de la enfermedad es tan lenta, que los doctores no han podido decirle a Jon cuáles son las probabilidades reales de que el tratamiento pueda funcionar. Solo se sabe que, en caso de que así sea, tendría que permanecer en el hospital al menos por 6 meses más hasta que su cuerpo se recupere.
Este desesperado papá recibió su primera dosis de quimioterapia el pasado 4 de abril. «Si recaes después de un trasplante de médula, durante los primeros 6 meses luego de la operación, tus probabilidades de sobrevivir son muy pobres. Los doctores no saben de nadie que se haya curado de una recaída como la mía«, cuenta Jon desde su cama en el hospital.
A pesar de haber recibido un tratamiento tan fuerte de quimioterapia, el cáncer sigue alojado en la médula ósea de Jon.
Aunque las expectativas son bajas, este valiente papá se niega a cruzarse de brazos y esperar la muerte.
Está consciente de que la quimioterapia aún no ha dado el resultado deseado y por eso continúa investigando sobre nuevos métodos y procedimientos que puedan mantenerlo con vida.
También ha hecho público su deseo de conversar con alguien que pueda aconsejarlo sobre cómo superar estos retos físicos y mentales a los que se está enfrentando en esta batalla contra el cáncer.
«Tengo 3 niños pequeños, por lo tanto, este diagnóstico es inaceptable. No estoy listo para morir. Por mis hijos y por mi familia, debo agotar todas las opciones».
Actualmente, Jon, quien pasa la mayor parte de su tiempo en el hospital y se encuentra luchando contra una dolorosa infección, aún no ha recibido los últimos resultados de los exámenes que evidenciarán qué tan bien está reaccionando el cáncer al tratamiento.
Mientras tanto, los doctores le han dicho que si la quimioterapia no funciona, solo le quedan un par de semanas o, con suerte, unos pocos meses de vida.
El amor por sus hijos es la fuerza que impulsa este amoroso padre a no rendirse ante el cáncer. Esperamos de corazón que el tratamiento dé resultado y que estos niños puedan pronto tener a su papá de vuelta. ¡Comparte su historia!