Mila es una hermosa niña que a su corta edad ha superado muchos obstáculos, una pequeña guerrera que ha luchado por su vida casi desde que salió del vientre de su madre. Cuando nació era como cualquier otro bebé, una niña sana y perfecta ante los ojos de sus padres, pero al cumplir dos meses todo comenzó a cambiar.
El primer signo notable fue que el blanco de sus ojos ya no era tan blanco y el color y olor de sus heces llamó especialmente la atención de la madre, Katrina Compton, de 35 años de edad.
Compton y su familia son de Layton, Utah-Estados Unidos.
A los dos meses la llevaron al pediatra, en el examen médico el doctor presionó la barriga de la bebé y una expresión en su rostro le hizo saber a los padres que algo no andaba bien.
El doctor sugirió un examen más detallado y pidió que la trasladaran al hospital infantil más cercano. En ese momento, los padres y familiares comprendieron que algo en la pequeña Mila no estaba funcionando bien.
Tras una breve investigación la madre sospechaba que Mila tenía alguna enfermedad hepática.
Después de pasar todo el día en el hospital, recibir múltiples pinchazos para obtener sangre y analizarla, los enviaron a casa y le pidieron que regresaran el lunes, era fin de semana y los médicos no regresarían sino hasta inicio de semana.
Si bien los médicos descartaron muchas cosas, uno de los médicos le dijo a Katrina que la pequeña Mila podría tener una enfermedad hepática llamada atresia biliar.
Un desconsolador diagnóstico ya que uno de cada 3 niños logra sobrevivir.
Tras precisar el diagnóstico de la niña, los médicos descubrieron que su hígado no drenaba bilis, le realizaron una biopsia que reveló que el hígado de Mila estaba muy enfermo y defectuoso. Sin duda, necesitaba sin intervenida quirúrgicamente.
A los tres meses recibió su primera cirugía, durante los siguientes meses el hígado de la bebé fue empeorando, debilitando su estado de salud, comenzó a tener hemorragias internas, su cuerpo comenzó a hincharse y retener agua.
La pequeña Mila comenzó a presentar ictericia, coloración amarillenta de la piel y la mucosa.
A los cinco meses fue incluida a la lista de espera para un trasplante de hígado. Durante meses la familia vivió días de angustia y desesperación. Finalmente, apareció un donante compatible, los siguientes días la madre prácticamente vivió en el hospital mientras Mila se recuperaba.
Durante tres semanas estuvo conectada a múltiples cables y máquinas, luego fue dada de alta y su madre veló por su cuidado y recuperación mientras el padre se hacía cargo de los otros niños.
El hígado de Mila funcionaba menos de un 5 por ciento.
El primer año fue el más difícil para la familia, la pequeña Mila luchó contra varios episodios de rechazo y fue sometida a múltiples procedimientos para mantener sus venas abiertas.
Finalmente, la salud de la pequeña Mila logró estabilizarse por lo que la familia tomó la decisión de mudarse. Hace tres años tomaron la decisión de empacar todo lo que podían en su camioneta y después de estar en varios lugares se establecieron el Utah cerca de Salt Lake City.
Katrina también ayudaba a su madre quien estaba en tratamiento contra el cáncer, estaba embarazada de su hijo menor y debía solventar los problemas económicos.
La madre de la niña comenta que desde comenzaron a viajar no ha sido hospitalizada, destacando su recuperación como un verdadero milagro.
A sus cuatro cortos años ha superado muchas cosas y también ha aprendido a disfrutar de nuevas aventuras al lado de sus hermanos y padre. Katrina comenta al respecto:
Mila siempre está lista para nuestra próxima aventura. Ella está llena de VIDA, gracias a su donante de órganos. No hallo una manera de agradecer cómo ella está aquí y viva gracias a su donante.
Nunca hay suficientes palabras adecuadas para expresar esa verdad. Mi hija solo está viva porque alguien más perdió a su hijo. Una madre convirtió una pérdida en nuestra ganancia y nos brindó ESPERANZA para un futuro con nuestra Mila”.
Ahora la niña disfruta de esta nueva vida y sus padres y hermanos son los mejores testigos y cómplices de esa sonrisa que les brinda tanta felicidad.
Katrina solo desea que su historia pueda motivar a más personas a ser donantes y así cambiarle la vida a alguien e incluso salvarlo.
Espero que esta historia inspire a las personas a marcar la casilla de su licencia, informar a su familia que le gustaría dar el regalo de la vida y registrarse para ser donante de órganos. Anímate, hay gente por ahí, como Mila, que está esperando su regalo”.
Comparte esta historia en tus redes y anímate a salvarle la vida a otros siendo donante. Después de todo, no hay mayor regalo que el de la vida.