La creciente migración de menores de edad de Centro y Suramérica hacia el Norte, se ha convertido en uno de los principales problemas a solucionar por la entrante administración del Gobierno de los Estados Unidos, liderado por Joseph Biden.
Casi 9 mil 500 menores llegaron a la frontera en febrero, un 60 por ciento más que en el mes pasado. Uno de los casos más fuertemente comentado en los últimos días, es el de una pequeña de tan solo 7 años, quien debió cruzar la frontera sola, constituyéndose en uno de los más estremecedores.
Sin embargo, este es uno más en la larga lista de niños y adolescentes quienes se han visto obligados a seguir a otros migrantes, a expensas del riesgo y los peligros que esto conlleva. Si para un adulto es difícil, para un pequeño muchísimo más.
El nombre de la infanta quedará en el anonimato por estrictas cuestiones de seguridad. Sin embargo, se sabe que es de nacionalidad hondureña. Según ella misma contó a la prensa, su padre recorrió México a su lado por 22 días en un viaje por tierra.
Después de transcurrido ese tiempo la dejó por su cuenta, en manos de un joven quien presuntamente correría con la responsabilidad de cruzarla al otro lado del río Bravo, una vez llegaran sin contratiempos al estado fronterizo de Texas.
“Mi padre me dijo que siguiese sola y que me cuidase”, contó la pequeña.
Aún no se sabe del paradero del padre de la niña. Lo cierto es que, a la pobre no le quedó más opción que caminar junto a un grupo de personas bajo las bajas temperaturas, kilómetros de distancia. Portaba una sudadera amarilla con dibujos animados de trenes y un cubrebocas de color negro.
Por supuesto los polleros, como se reconocen a las personas encargadas de trasladar a los inmigrantes, la dejaron abandonada a su suerte
Fue encontrada por otros migrantes bañada en lágrimas y muy asustada, tiritando de frío, hambre y sed. Lamentablemente, este no es el único caso. La odisea de esta inocente criatura, con rumbo a los Estados Unidos, refleja la desesperación de algunos padres que optan por llegar al extremo.
También se desconoce si el hombre llegó o no a su país de origen. Por su parte, la niña llegó a Estados Unidos, pero su trayecto no fue fácil. Uno de los momentos más conmovedores fue narrado por una migrante también hondureña, de nombre Fernanda Solís, de 25 años de edad.
“La encontré llorando en un camino de tierra al norte del río Bravo, después de la medianoche, todo esto mientras un helicóptero sobrevolaba la zona y los agentes fronterizos les hablaban a los extranjeros por un altavoz. Le dije que caminaríamos juntas y nos entregaríamos, para luego pedir asilo”, contó Fernanda a los medios.
Gracias a este encuentro, la pequeñita fue ganando confianza y valor. Respondía preguntas. Dijo que debería estar cursando el tercer grado de primaria, pero la pandemia evitó que culminara el segundo. Ahora esta niña valiente y aguerrida espera sola por su futuro.
La pequeña hondureña, quien cumplirá 8 primaveras el mes que viene, fue entregada al servicio de Aduanas y Protección Fronteriza. Su travesía se hizo muy popular en la frontera. Difunde esta historia, tal vez logremos reunirla con su padre.