Andy Ross es un hombre millonario estadounidense, cuyas aspiraciones en la vida van más allá de las ganas por presumir su dinero o dejarse llevar por los estereotipos que la sociedad le imponga. Por eso, no es de extrañar el incómodo momento que vivió.
Resulta que mientras el hombre se disponía a hacer algunas compras en una tienda, se encontró con una niña que lo observaba curiosa.
El asunto no lo molestó, pues como él mismo dijo:
“Los niños sienten curiosidad cuando ven a un hombre sucio”.
Andy entró a la tienda de camino a casa, tras un largo día de trabajo en la construcción y su vestimenta era como la de cualquier obrero.
Sin embargo, ese no es motivo para recibir ningún tipo de rechazo; al contrario, el trabajo siempre dignifica.
Por esa razón, el hombre se indignó cuando escuchó que la madre de la niña de unos 8 años le daba una “lección” bastante clasista a la menor:
“Por eso tienes que quedarte en la escuela”, fue la extraña frase que detonó en Ross la necesidad de intervenir y educarlas a ambas.
Si bien la tierra en su ropa y su aspecto desaliñado eran efecto del trabajo físico que desarrolla, eso no implicaba que Andy Ross no fuese un hombre culto y preparado, además de millonario.
“Resulta que soy un hombre sucio muy educado. No solo tengo un diploma de escuela secundaria, también tengo un título universitario y muchas certificaciones. Entonces, asumir que no tengo educación por mi apariencia es bastante ignorante”, expresó el hombre a la desconocida y a su hija.
La mujer también parecía estar escandalizada por los tatuajes del millonario y éste se vio en la necesidad de explicarle que la tinta en su piel era el modo mediante el cual expresaba su orgullo estadounidense.
Este hombre sirvió durante años a su nación como médico de guerra y participó en diferentes misiones.
Los tatuajes eran verdaderas obras de arte hechas de la mano del famoso tatuador Forrest Bateman.
Algo acalorado por el momento, Ross decidió explicarle incluso su modo de vestir, pues notó el desdén con el que la madre observaba la insignia en su sombrero
“Es posible que no lo entiendas. Sucede que soy copropietario de Evergreen State Outdoors y estoy orgulloso de ser dueño de una empresa de actividades al aire libre y de apoyar mis derechos de cazar”, explicó el señor Ross.
¿Acaso hay un protocolo de vestimenta al que ceñirse si eres un hombre millonario?
Sí, resultaba que ese hombre al cual la mujer decidió usar como ejemplo para incentivar en su hija el deseo de estudiar y no ser un «fracasado» como él en un futuro, no era en lo absoluto un obrero sucio y sin educación, como ella señaló irónicamente.
Pese a no haber nacido en «cuna de oro», Andy Ross se preparó en el área de la salud y tras años de servicio al ejército, decidió buscar una actividad con la cual mantenerse activo.
Pero resultaba que estar en una oficina no era precisamente lo suyo, así que el doctor y millonario decidió ponerse las botas y dedicarse a algo que realmente ama tanto como la medicina: la construcción.
“Elegí trabajar en la industria de la construcción. Me enorgullece decir que soy parte de la construcción de Estados Unidos y disfruto de mi trabajo todos los días. Disfruto usar con mis manos y estar al aire libre.
Aunque conlleve estar sucio algunos días. Gano mucho dinero, tengo beneficios y puedo mantener a mi familia sin problemas”, puntualizó.
Ese encuentro entre el millonario, la niña desconocida y su madre ocurrió hace un tiempo atrás, pero la educación no tiene caducidad y por eso merece ser recordado.
Cuando Ross relató la experiencia en su muro de Facebook, la historia se hizo viral y es que detrás de sus palabras se esconde una gran lección de vida para todos, la cual tiene vigencia hasta la actualidad.
Las personas no valen por su apariencia, por eso es muy injusto juzgar a alguien por la ropa o su aspecto, pues todos merecemos el mismo respeto sin importar a qué nos dediquemos.