Josefa Cala Caro, tiene 74 años y se enfrenta a una dura situación desde que dos de sus hijos le impiden la entrada a su propia casa.
La madre de cinco hijos, cariñosamente llamada Pepi, hace diez años fue víctima de una estafa a manos de Pilar, una de sus hijas, estuvo a punto de ser desahuciada, pero lograron detener el proceso.
Desde ese momento Pilar desapareció de la vida de la familia. Pero recientemente, cuando Pepi estuvo ingresada en el hospital ella se comunicó con uno de sus hermanos, que trabaja, ganó la lotería y vive en la casa de su madre para pedirle acogida.
A pesar de que Pepi al saber la solicitud de su hija se negó, sus dos hijos ignoraron su deseo. Pensó que cuando le dieran el alta médica quizás Pilar estaría esperándola para pedirle perdón y lograran reconciliarse dejando atrás el amargo episodio, pero eso no fue lo que ocurrió.
Cuando Pepi quiso entrar a su casa habían cambiado la cerradura y desde hace un año se quedó en la calle. Pero, además, perdió todas sus pertenencias porque sus dos hijos se niegan a entregar su ropa, sus prendas, ni siquiera accedieron a darle sus documentos de identidad.
Pepi tuvo que denunciar a sus propios hijos por “okupas”, como se conocen en España a quienes ocupan ilegalmente una vivienda.
Carmen, una de las hijas de Pepi, quien reside en Bélgica, pero ha viajado a España para ayudar a su madre en este proceso, asegura que es muy doloroso que todavía no tengan una solución. De los cinco hermanos, Carmen y uno de sus hermanos que vive en Córdoba apoyan a su madre, otra de sus hermanas es discapacitada.
Mientras esperan que los jueces tomen una decisión nadie garantiza que Pepi tenga sus derechos garantizados.
“¿Cómo es posible que quienes invaden la casa estén más protegidos que quien se quedó en la calle?”, reclama Carmen.
Pepi está viviendo en una residencia subvencionada mientras no recupere su vivienda.
El proceso judicial que realizan por el caso podría demorar entre dos y tres años, y mientras tanto no pueden hacer nada por recuperar las pertenencias de Pepi y por mediar con los hijos que sin piedad alguna se apropiaron del inmueble.
Carmen compareció ante un programa televisivo con su madre para exponer el caso y clamar por ayuda. Emprendió con su madre una campaña en Change.org en la que recolecta firmas para pedir justicia.
“Si es duro que okupen tu casa sin que puedas hacer nada, imagínate el dolor si quienes te dejan en a calle son tus propios hijos, a quienes como madre y a pesar de todo, sigues queriendo. Incluso con todo lo que te están haciendo sufrir”, dice parte del mensaje publicado en Change.org.
Aunque el caso de Pepi ya está en manos de la justicia, ella asegura que no puede quedarse al margen viendo cómo otras personas podrían ser víctimas de la misma situación.
“Hace falta tomar medidas urgentes para que nadie más tenga que pasar por lo que estoy pasando yo (sean tus hijos quienes usurpen tu casa o sean unas personas desconocidas)”.
Pepi le pide al Ministerio de Justicia que establezcan protocolos que protejan a las víctimas de este delito y que se aprueben medidas cautelares para casos de usurpación de una vivienda cuando el afectado está en un estado de vulnerabilidad.
Ella tampoco puede acceder a los documentos de propiedad de la vivienda porque están dentro de su casa.
“Nadie me ayuda”, dice Pepi, quien reconoce que solo recibe apoyo de su hija menor y del resto de familiares cercanos y vecinos.
Su caso está conmoviendo a muchas personas que se pronuncian a favor de la madre y quienes le ofrecen su respaldo ante una situación tan dolorosa.