La historia de Monty comenzó en Dinamarca, estuvo tres años en un refugio esperando que una familia lo adoptara. Pero la gente solía rechazarlo porque su aspecto físico era un poco diferente al resto. Hasta que un día, Mikala Klein y Michael Bjorn se conmovieron y decidieron hacerlo parte de su familia. Les parecía muy especial y dulce, no dudaron en adoptarlo.
Pasaron los días y se dieron cuenta de que algo extraño sucedía, el gatito no lograba controlar sus esfínteres mientras dormía y se orinaba con frecuencia. Lo llevaron al veterinario para examinarlo y les dijeron que eso era normal en los gatos mayores pero Monty era muy joven todavía para que le sucediera.
Ellos tenían a más gatos en su hogar y pensaron que Monty quería marcar territorio respecto a los demás, pensaron enviarlo a un hogar donde no tuviesen más gatos.
Pero estaban muy tristes, no era lo mismo sin él. Así que arrepentidos regresaron a buscarlo, siguieron indagando hasta detectar que Monty tenía un problema genético similar al Síndrome de Down en los seres humanos.
Esa era la causa de los comportamientos extraños y de la apariencia de su rostro.
Monty es muy juguetón, siempre expresa su alegría y se siente feliz con su familia.