En los últimos dos años, Kendra Jackson, de 52 años, procedente de Omaha, Nebraska, pensó que padecía un resfriado, que se había complicado.
«Cuando comenzó, pensé que eran mis alergias o mi nariz que moqueaba, como el comienzo de un resfriado común», dijo Jackson.
La tos, el estornudo y la secreción nasal comenzaron dos años y medio después de que Jackson se viera envuelta en un grave accidente automovilístico. Ella recuerda haberse golpeado la cara contra el tablero del auto, y a partir de entonces empezar con continuos dolores de cabeza y migrañas.
Pero en 2015, la supuesta «secreción nasal» comenzó a ir a peor.
«Cuando no desapareció, seguí yendo a los médicos, y me prescribieron todo tipo de medicamentos que se les ocurrieron, pero yo seguía moqueando», dijo.
Por su parte, los médicos que la atendieron le dijeron que probablemente padecía de un cuadro alérgico crónico. Pero este año, Jackson decidió acudir al centro especializado de Nebraska, «Nebraska Medicine» y descubrió la verdadera razón detrás de su angustiosa secreción nasal: una fuga de líquido cefalorraquídeo causada por un pequeño orificio en el cráneo.
«Se despertaba por la mañana después de dormir derecha en una silla, y todo el frente de su camisa estaba mojado de líquido. Era un montón de líquido», dijo la Dra. Christie Barnes, una especialista del Nebraska Medicine y cirujana del caso.
Jackson declaró que estaba perdiendo alrededor de medio litro de líquido cada día.
Cuando la examinaron, inmediatamente se dieron cuenta que no se trataba de un moqueo haitual, así que le solicitaron a la paciente que recogiera su líquido para ser enviado a laboratorio.
«El líquido cefalorraquídeo es un líquido que realmente baña el cerebro. Debido a que el cráneo es una caja fija y el cerebro es un buen órgano blando, debe protegerse para que no se mueva dentro de esa caja dura», dijo Barnes. «Así que en realidad proporciona un colchón para el cerebro y la médula espinal».
En el caso de Jackson, un pequeño orificio en su placa cribiforme, un hueso delgado que separa sus cavidades craneales y nasales, permitió que el líquido goteara en su nariz y boca, lo que provocó los síntomas presentados.
Según la doctora, las fugas de líquido cefalorraquídeo son relativamente raras y ocurren aproximadamente en cinco de cada 100,000 personas en todo el mundo cada año.
Por lo general, son causados por un trauma, por lo que se cree que en el caso de Jackson, el accidente automovilístico que padeció años atrás, pudo haber causado el agujero que fue aumentando con el tiempo.
Dependiendo de la cantidad de pérdida de fluido, las fugas de líquido cefalorraquídeo pueden ser potencialmente mortales. También colocan al paciente en un mayor riesgo de infecciones como la meningitis, según Barnes.
Por tal motivo, tuvieron que someter a Jackson a una cirugía, que consisitió en taparle el agujero de su cráneo con tejido de la nariz y del abdomen.
«Utilicé tejido del interior de su nariz para tapar la fuga. También tomé algo de grasa abdominal, es un excelente agente de obstrucción en esta ubicación, así que con solo un poquito de grasa, pude tapar la fuga», dijo Barnes.
Casi un mes después de la cirugía, Jackson ha regresado a casa y reconoce estar totalmente mejor y sin ningún rastro del molestoso «moqueo» de antes.
«Ya no tengo el goteo nasal, pero aún tengo dolores de cabeza», dijo. «De hecho, me siento bastante bien y puedo dormir un poco».
Aunque su condición es rara, Jackson quiere que la gente sepa que pueden producirse filtraciones de líquido cefalorraquídeo, particularmente después de un traumatismo craneoencefálico:
CNN
«Para las personas que escuchan mi historia, si están saboreando un sabor muy salado y hay algo que drena en la parte posterior de su garganta, es probable que sea algo más que alergias, así que vayan al médico», concluyó Jackson.
Es increíble que un síntoma tan simple como un moqueo habitual pueda terminar en algo tan complicado para la salud.
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