Parecía que Kirk Douglas lograba derrotar el tiempo y espacio. Un siglo, 101, 102, 103… Y los seguirá cumpliendo, porque las leyendas, son eternas. Y es que esta estrella no solo un actor, era un símbolo de un mundo antiguo, mejor, pero ya extinto.
Bastaba su presencia para recordar un Hollywood del que apenas queda rastro tras su muerte el miércoles 05 de febrero a los 103 años de edad. Hijo de padre ruso, judío y analfabeta que huyó de la guerra y la miseria que asolaban su país, rumbo a Estados Unidos.
La triste noticia fue confirmada por la familia en boca de su hijo Michael:
“Para el mundo es una leyenda, un actor de la época dorada del cine, un filántropo comprometido con la justicia y con las causas en las que creía, pero para mí, para Joel y para Peter era sencillamente papá”, dijo su hijo y también actor.
Este ídolo de varias generaciones ni siquiera necesitó ganar uno de los tres Oscar a los que fue candidato, aunque en 1996 recibiera el honorífico. Para él, su mayor placer y disfrute era el trabajo, mucho más que la fama y la fortuna.
Quedarán los gritos de “Yo soy Espartaco”, el lanzamiento de hachas para la toma de la fortaleza de Los vikingos, el Chuck Tatum de El gran carnaval, entre otras muchas magistrales interpretaciones porque, tan solo desapareció un cuerpo más en Hollywood, y una estrella refulgente se sumó a las muchas otras que adornan el firmamento del pueblo en el que trabajó durante tantos años.
“Me gusta más grabar que verme en ellas. Casi he evitado ‘Gladiator’, porque temía que me recordara demasiado a mi Espartaco. Aparte de esto, antes las películas eran, en general, mejores. Entonces la técnica no era lo más importante, sino los personajes y la historia”, confesó el actor en 2001.
La vida de Kirk fue bien vivida. Nació en Nueva York en 1916 y fue nominado a tres premios Primetime Emmy además de los Oscar. Su desaparición física deja un legado en el cine que perdurará por las generaciones venideras, y una historia como un reconocido filántropo, siempre al lado de su público y con un mensaje de paz a flor de labios.
Fuera de los sets de filmación, se hizo con su ahora viuda, Anne Buydens, cada vez más caritativo, expresando su intención de donar a obras benéficas la mayor parte de su fortuna cuando ya no estuvieran ambos juntos. El mundo ha perdido a un memorable histrión del séptimo arte pero, más aún, a un extraordinario ser humano.
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