Eman Ahmed Abdul Atti nació en Egipto pesando 5 kilos y no pasó mucho tiempo hasta que fue diagnosticada de elefantiasis, infección parasitaria que produce un hinchamiento excesivo en las extremidades debido a la acumulación de líquido en el cuerpo. Esto explicaría por qué desde que Eman era muy pequeña, su peso no dejó nunca de estar por encima del percentil de un niño de su edad.
A los 11 años, Eman se había hecho tan pesada, que ya le resultaba imposible caminar, por lo que tenía que arrastrarse para poder moverse. La condición de esta pobre chica era tan severa, que de niña sufrió un derrame cerebral que la dejó en cama, acumulando así más y más kilos a medida que crecía.
Cuando Eman cumplió los 36 años, su hermana, quien había llegado al punto de desesperación de pedir ayuda en las redes sociales a doctores de todo el mundo para que aceptaran operar a su hermana, logró que, finalmente, un doctor de Bombay se ofreciera a realizarle una cirugía bariátrica libre de cargos.
Pero trasladar a Eman desde su hogar en Alejandría, al norte de Egipto, no fue, en lo absoluto, una tarea fácil. La mujer era tan obesa, que llevaba más de 25 años sin salir de la casa. Así que para moverla fue necesario utilizar un avión de carga especial que pudiese soportar su peso y, posteriormente, un camión y una grúa.
Eman, para entonces, pesaba la exorbitante cifra de 500 Kg, superando por mucho a Pauline Potter, la mujer más pesada del mundo, según el récord Guinness, quien no pasó de los 292 Kg.
Con un equipo de 20 profesionales de la salud, se llevó a cabo la complicada operación que todos esperaban podría salvarle la vida a Eman.
Tras la intervención, todo parecía ir de maravilla para esta luchadora mujer. Eman llegó a perder 325 Kg y ya comenzaba a alimentarse por su cuenta, su estado anímico era excepcional e incluso comenzó a saborear la esperanza de volver a caminar.
Antes de ser operada, Eman era más ancha que alta: medía 151 cm de ancho y 141 cm de alto.
Desafortunadamente, Eman comenzó a complicarse a pesar de su sorprendente mejoría. Poco a poco su hígado y su corazón comenzaron a fallar y pronto fueron apareciendo otras complicaciones relacionadas al sobrepeso hasta que su cuerpo no resistió más. Eman falleció el pasado lunes en horas de la madrugada.
Según el equipo médico que atendió a Eman durante todo el proceso de la operación, el diagnóstico que le fue dado de pequeña siempre estuvo errado y la mujer nunca sufrió de elefantiasis.
No obstante, su obesidad sí se debía a una extraña condición médica. Se trata de la deficiencia congénita de leptina; es decir, de la «hormona de la saciedad», en tanto es la encargada de mandar la señal al cerebro de que la persona ya se encuentra satisfecha. Las personas que sufren de esta enfermedad sienten hambre en todo momento y, por esa razón, no pueden parar de comer.
Terrible el desenlace de esta historia. Es importante que el mundo conozca lo que le sucedió a esta gran mujer, quizá de esta forma se pueda evitar un próximo diagnóstico errado. Comparte esta noticia con todos tus conocidos.