Gabe Grunewald, de 32 años, fue diagnosticada con cáncer en el año 2009, pero a pesar de detectarle cuatro tumores a lo largo de su trayectoria se negó a renunciar a lo que más le apasionaba. Incluso compitió en un Mundial a pesar de su condición.
“A las 7:52 dije: ‘No puedo esperar volver a verte. A mi héroe, a mi mejor amiga, a mi inspiración, a mi esposa”, publicó en su cuenta de Instagram Justin Grunewald, esposo de Gabe.
“Siempre me sentí como si fuera Robin de Batman, y sé que nunca podré llenar este enorme agujero en mi corazón o llenar los zapatos que dejas aquí”, concluyó el esposo.
A Gabe le diagnosticaron carcinoma adenoide quístico en las glándulas salivales, un tipo de cáncer raro con altas probabilidades de supervivencia, pero también con alto riesgo de recaídas.
Al día siguiente de haber sido diagnosticada, el 11 de abril de 2009 batió su mejor marca en los 1.500 metros.
La joven atleta siguió dedicándose al atletismo hasta su último aliento, el pasado martes falleció dejando un legado valioso para muchas personas que se motivaron con su inspirador testimonio.
Gabe se convirtió en una de las mejores corredoras de la NCAA (Segunda en División I), llegó a competir en el Mundial, el indoor de Sopot en 2014 donde ocupó el noveno lugar.
A pesar de su estado de salud nunca se rindió: “Cuando me diagnosticaron cáncer por primera vez, intenté priorizar aquello que más me gustaba, y por es, quise centrarme en ser la mejor atleta”, declaró.
“Antes del cáncer era una corredora profesional buena, pero estaba lejos del nivel en el que estoy ahora”, dijo Gabe, quien se sentía orgullosa de lograr su propósito.
Dos años después de luchar contra el cáncer en las glándulas salivales tuvo una recaída, cáncer papilar tiroideo. Tras exhaustivos tratamientos médicos, nadie esperaba que lograra una plaza para competir en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, pero estuvo a punto de hacerlo.
El año siguiente batió su propio récord de 4:01:48 en 1.500 metros, el año siguiente fue campeona de Estados Unidos y mundialista, no pudo participar en los Juegos Olímpicos de 2016. Poco después reapareció el cáncer.
Le detectaron un tumor en el hígado, tuvo que ser operada y meses después comenzó un nuevo tratamiento por otra metástasis en la misma área. Esa sería su cuarta y última carrera contra la enfermedad.
Comparte el legado de esta joven que siempre será recordada como una campeona.