El peor enemigo silencioso de los últimos meses ya no sólo está cobrando sólo la vida de ancianos, gente menor de 60 años está muriendo por coronavirus ante la impotencia de las autoridades y las familias devastadas.
El pasado 18 de marzo, una repartidora de 51 años de edad, que era trabajadora eventual de la empresa de Correos, en la localidad de La Pobla de Claramunt, en Barcelona, España,ha muerto a causa del virus.
España reporta al momento cerca de 25.000 contagiados y más de 1.300 fallecidos por coronavirus
El 15 de marzo fue atendida en su centro de salud y falleció a los 3 días. En su misma oficina de Correos, otra cartera permanece en cuarentena. Según declaraciones de la empresa, la empleada trabajó durante la semana pasada hasta el viernes 13.
La Confederación General del Trabajo (CGT) había presentado incluso antes de su muerte una contundente denuncia ante la Inspección de Trabajo solicitando el cese de toda la actividad de la empresa a excepción de «los servicios esenciales para la vida o la salud».
«No queremos ser infectados ni transmisores del virus», dice un portavoz de la CGT.
«Denunciamos las amenazas de las jefaturas que han obligado a que el personal de reparto salga a las calles a repartir el correo sin todas las medidas de precaución necesarias con el consiguiente riesgo de la propagación del virus no sólo entre el personal, sino también entre la sociedad», agrega en un video que no ha tardado en desatar una ola de reacciones.
El sindicato menciona que ya son cerca de 200 los casos positivos de coronavirus en la plantilla de Correos y 685 los confinados.
A la par, los sindicatos CCOO y UGT difundieron el lunes un polémico comunicado en el que acusan a Correos de «irresponsabilidad mayúscula por poner en riesgo la plantilla al no dotarla de medidas de protección suficientes y, anteponiendo su visión de negocio, imponer una actividad más allá de los servicios esenciales recogidos en el Real Decreto del Gobierno».
«Han puesto el negocio por delante de la seguridad de su plantilla», denuncian.
El suceso de la muerte de la repartidora de 51 años, asienta un precedente y pone en evidencia la terrible negligencia de la empresa y su nula respuesta ante la gravedad de los hechos. Ya que durante la semana en que el virus se expandía, e incluso después de cesadas las clases, se vio a decenas de repartidores entregando correo «sin equipos de protección individual y sin medidas extraordinarias».
Correos tiene más de 53.000 empleados
Tras toda la polémica, recién este lunes la empresa difundió un protocolo que incluía la entrega a los empleados de «mascarillas, geles y guantes», pero los trabajadores denuncian que no ha llegado para todos.
«El lunes llegaron los guantes pero no hay variedad de tallas. En Andalucía, hasta ayer, disponían de talla XL. En Madrid, la S. De modo que algunos carteros se las atan con las clásicas gomas que usan en este trabajo», declaran.
Si bien se trataron de tomar medidas como la reducción de «paquetes de hasta dos kilos», se han disminuido turnos y los destinatarios de las entregas ya no deben firmar, todo parece insuficiente.
Para cerrar el tema con broche de oro, la empresa ha decidido «volver a repatir notificaciones». Mientras que los empleados se preguntan por qué no podrían dedicarse ellos a «repartir medicinas y comida a las personas vulnerables, ya que hay que trabajar obligatoriamente, en lugar de llevar cartas del banco».
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