Irma es una mujer de 70 años, cuyo único pecado ha sido amar a los suyos y darlo todo por los que la rodearon toda su vida. Sin embargo, sus ingratos hijos -de esos que tristemente abundan en nuestros días-, no supieron valorar todos sus desvelos y la abandonaron, como ni con una mascota se hace.
Ella relató su desgarradora historia y cada palabra suya no tiene desperdicio…
«Mi corazón ha sufrido tres pre infartos, me he salvado de milagro. Cuando me detectaron que mi corazón tenía continuas taquicardias, me apegue a mis hijos, pero nadie tuvo tiempo para cuidarme», comienza el triste testimonio de Irma.
«Así que salí adelante como pude de todo lo que me pasaba, yo les llamaba por teléfono a mis hijos, pero no era para que me cuidaran. Lo hacía sólo porque me hacía falta escuchar su voz y así no sentirme tan sola, pero rara vez respondían», comenta.
Hasta que un día se sintió francamente mal y llamó a Urgencias, después de lo cual tuvo que ser ingresada durante 8 días en el hospital. Pero ninguno de sus hijos, como era lógico, se enteró, ni la fue a visitar.
Pero las personas que son bondadosas como Irma, siempre al final del camino, aunque parezca que nunca llega, son recompensadas. Y cuando le dieron de alta, un niño la abordó para venderle un número de lotería. Como ella no tenía nada más que perder, accedió a comprarle uno y lo guardó en su bolso.
Pasados unos días, se detuvo a pensar en su vida y decidió averiguar si no habría tenido suerte con la lotería.
«Mi sorpresa fue cuando vi que había resultado ganador, me emocioné, hasta oxígeno me puse, me controlé poco a poco y efectivamente me había sacado la lotería, ¿Qué iba hacer ahora?», declara la mujer.
La mujer no se lo podía creer, como no podía creer que ya había pasado un año sin que sus hijos ni la llamaran ni la fueran a visitar.
«Así que se me ocurrió emprender un viaje a varios países, hice meditaciones, curiosamente mi salud empezó a mejorar, mi vida había dado un giro impresionante», dijo Irma después de que la vida le reconoció lo que sus hijos no lo hicieron.
Hasta que después de 2 años, un hijo de milagro la llamó a desearle Feliz Navidad, pero se encontró con la novedad de que la casa ya estaba vendida.
«Irma, tus hijos se quedaron asombrados y uno de ellos te llamó egoísta», le dijo el nuevo nuevo dueño, que además era amigo de Irma y no tuvo reparo en contarles a los desagradecidos de la gran vida que tenía la mujer ahora.
Pero Irma no se sintió nada bien; por el contrario, se entristeció.
«Me sentí egoísta y sí, mala madre, de nuevo sentí ese dolor en mi corazón, entonces me paré frente al espejo y fue un momento de milagro. Vi a la Irma enferma, vieja diciéndome: ¡No cambies esta vida por el pasado, ahora vive tu vida, ellos son adultos, y hace mucho que tomaron su decisión sobre ti!«, fue la increíble reacción de esta pobre mujer.
«Me limpié las lágrimas y me fuí al aeropuerto para tomar mi avión hacia El Tibet», concluyó.
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