Kevin Donellon es un hombre que nació sin extremidades. Su vida no ha sido nada sencilla pero durante muchos años trabajó incansablemente para ofrecerles lo mejor a sus dos hijos. Por desgracia, desde hace un tiempo comenzó a sufrir de severas complicaciones en su espalda.
Kevin tiene un título en Ciencias Sociales y trabajó en el área de enseñanza para personas con discapacidades.
Tuvo que dejar de usar las prótesis que tenía en sus piernas porque le estaban causando mucho daño. Desde entonces recurrió a los beneficios del estado y aplicó como alguien que no estaba en capacidades de trabajar.
“Tengo muchos amigos con discapacidad que se aterran cuando tienen que ir a llenar los formularios. Temen que les quitarán sus beneficios y no saben cómo podrán seguir adelante”.
Kevin, al igual que otras 2.000 personas, sufrió de una serie de deformaciones en el vientre de su madre debido a un fármaco llamado Talidomida que se comercializó desde 1957 hasta 1963.
Actualmente Kevin tiene 58 años de edad.
Esta medicina era ofrecida a las mujeres embarazadas para ayudar a combatir las náuseas de los primeros meses de gestación.
Fue sumamente popular, pero años después se comprobó que estaban causando diferentes tipos de anomalías en las extremidades de los fetos.
La Talidomida causaba la falta de extremidades o un número anormal de ellas.
Kevin es un sobreviviente más de esta tragedia. Ahora se encuentra sufriendo los terribles procesos burocráticos en donde es cuestionado una y otra vez sobre por qué no tiene un trabajo normal.
Hace 15 años tuvo que dejar de trabajar por los problemas que sufrió en su espalda y las afecciones de una diabetes de tipo 2. Nunca tuvo problemas para pedir la ayuda que el estado brinda pero ahora todo ha cambiado.
“Parece como si tuviesen algo en contra de las personas con discapacidad”.
En el último año se le pidió que completara hasta tres veces los mismos formularios de 24 páginas para comprobar que realmente no está capacitado para llevar una vida profesional.
Para él, se tata de un proceso doloroso y humillante ya que es evidente que su situación no es algo que cambiará mágicamente en un par de meses.
“No entiendo. No es posible que mis brazos y piernas me crezcan mágicamente”.
Alzamos la voz en contra de la indignante situación que Kevin y muchos otros se encuentran pasando. Nació sin brazos y piernas por los terribles efectos de un fármaco pero ha tratado de dar lo mejor de sí. Ahora merece todo el apoyo que sea posible.
Comparte su caso para pronunciarnos a favor de la igualdad y el respeto que todos los seres humanos merecen sin importar su condición.