La noticia del nacimiento de una niña por medio del trasplante de útero de una mujer fallecida le ha dado la vuelta al mundo, es el primer caso en el que se realiza una intervención de este tipo trasplantando el órgano de una mujer fallecida.
A pesar de que han nacido bebés por medio de trasplantes de úteros, estos han sido de donantes vivas. La madre de la bebé, de 33 años, no tenía útero debido a una malformación congénita que sufría.
El éxito de este tratamiento médico representa una oportunidad para hacer frente a la infertilidad ante la escasez de donantes vivas, pero también ha generado una gran polémica sobre los principios éticos.
Una mujer de 33 años que no tenía útero a causa de una malformación congénita ha dado a luz a una hija sana tras recibir un trasplante de una donante muerta.
“La madre se siente realizada y no tiene ninguna molestia ni complicación por las cirugías”, dijo el ginecólogo Dani Ejzenberg, del Hospital Universitario de Clínicas de Sao Paulo en Brasil, quien en conjunto con el cirujano Wellington Andraus presentaron el caso en la reconocida revista médica “The Lancet”.
En Estados Unidos, República Checa y en Turquía se había intentado lograr un embarazo exitoso después de realizar un trasplante de útero de un cadáver, pero no obtuvieron los resultados esperados.
Antonio Pellicer, doctor miembro del Instituto Valenciano de Infertilidad, asegura que el nacimiento de este bebé demuestra que los úteros obtenidos de mujeres fallecidas son completamente funcionales.
El uso de úteros de mujeres fallecidas amplia las posibilidades de los tratamientos médicos contra la infertilidad, hay muy pocas donantes vivas y cuando se acude a este método suelen ser familiares o amigas muy cercanas de las madres.
En el hospital universitario Sahlgrenska de Göteborg, en Suecia, han desarrollado una técnica para trasplantar úteros de donantes vivas que hasta entonces ha dado como resultado nueve embarazos sin complicaciones.
Finalmente, Brasil se convirtió en el primer país en lograr con éxito un embarazo usando el útero de una mujer fallecida. El tratamiento fue propuesto a la mujer que padece un síndrome conocido como MRKH que afecta a una de cada 4.500 mujeres.
En ese entonces, la paciente tenía 32 años, estaba casada desde hace cinco años y anhelaba ser madre, tomando en cuenta su buen estado de salud físico y psicológico, los médicos le propusieron ser sometida a este innovador tratamiento.
La pareja realizó una técnica de fecundación in vitro esperando recibir una donación, así obtuvieron embriones aptos para lograr un embarazo que llegara a feliz término.
Habían transcurrido cinco meses cuando la pareja recibió una llamada del hospital para informarles que una mujer de 45 años que había sufrido un derrame cerebral estaba en un estado de coma imposible de revertir y que habían acordado donar todos sus órganos.
Le extrajeron primero aquellos necesarios para trasplantes a pacientes en riesgo vital y después extrajeron su útero.
Ese órgano fue trasplantado a la paciente, aunque la operación tuvo retrasos. El útero permaneció durante más de siete horas sin recibir sangre rica en oxígeno, así que los médicos dudaron que la operación tuviera los resultados esperados.
El máximo período de tiempo que un útero podría estar sin sangre con oxígeno en el caso de ser trasplantado era de tres horas veinticinco minutos. Pero a pesar de los riesgos implantaron el órgano y lo conectaron a la vagina de la paciente sin ninguna complicación.
La mujer estuvo durante dos días en la Unidad de Cuidados Intensivos y permaneció seis días en el hospital. Le administraron un tratamiento inmunosupresor para prevenir que su organismo rechazara el útero trasplantado. Cuando transcurrieron siete meses de la operación, el tejido que cubre la pared interna del útero aumentó a siete milímetros de grosor, era el momento indicado para implantar uno de los embriones que habían conservado en el laboratorio.
Diez días después a través de un análisis de sangre comprobaron que la paciente estaba embarazada, cuatro semanas después determinaron con una ecografía el buen estado del embrión. El corazón del bebé latía a 113 palpitaciones por minuto, todo estaba marchando bien.
El embarazo transcurrió con normalidad, en la semana 32 la madre sufrió una infección renal que trataron con antibióticos y afortunadamente logró superar.
Tres semanas después la niña nació a través de una cesárea, pesó 2.550 gramos y midió 45 centímetros. Durante la operación extirparon el útero trasplantado para que la madre dejara de tomar los fármacos inmunosupresores.
A los tres días la madre y la niña recibieron el alta médica, la bebé está completamente sana, su desarrollo motor y neurológico es totalmente normal. El caso ha dado mucho de qué hablar generando controversia en las redes sobre los riesgos de someterse a ese tratamiento y sobre todo, por el uso del útero de donantes fallecidas.
No te vayas sin compartir este impresionante caso y déjanos saber tu opinión sobre el innovador tratamiento.