Una de las cosas que resultan bastante complejas para los padres de un niño pequeño son los berrinches en público. En ocasiones estos actos de mala conducta son épicos y llegan a abrumar a más de uno. Incluso, los propios padres no saben cómo calmarlos.
Algo similar ocurrió en un aeropuerto y una de las testigo fue la escritora Beth Bornstein Dunnington, quien posteriormente narró el hecho en sus redes sociales.
Beth debía tomar un vuelo con destino a Portland pero algo sin precedentes estaba sucediendo en la puerta de embarque, un pequeño de aproximadamente año y medio había iniciado una batalla campal.
El niño no quería subir al avión y su atareada madre embarazada no sabía qué más hacer para que el chico se calmara y subiera a la nave. Evidentemente, ante esta complicación el vuelo se estaba retrasando pues el el chico tampoco permitía abordar a más nadie.
Casi una hora demoró el berrinche del pequeño y su madre se sentía tan frustrada que finalmente no pudo más que sentarse en el suelo y llevarse las manos a la cabeza.
La embarazada parecía haberse rendido ante el escándalo de su niño y atareada con el equipaje desistió ante la posibilidad de viajar.
La situación debió ser estresante no sólo para ella, sino para los demás pasajeros que se preguntarían cómo sería su vuelo con semejante criaturita a bordo.
Sin embargo, ante el problema se interpuso la solidaridad. Las madres que se encontraban en el terminal decidieron actuar y pasaron de la observación a la acción, en un último intento por calmar la situación.
Fue precisamente sobre esto que escribió Beth en su Facebook.
Ninguna de las mujeres se conocían entre sí pero todas estaban angustiadas frente a la situación, así que Beth comenzó a tararear una canción infantil de «Dona Aranha» y tomó un juguete, mientras se acercaba al pequeño e intentaba entretenerlo.
De forma inmediata, otras mujeres se unieron y recitaron la letra de la canción. De pronto, una de ellas peló una naranja y ofreció algo de comida al niño; una segunda madre destapó una botella de agua y le ofreció de beber.
De un momento a otro, el chiquillo estaba rodeado de mimos provenientes de unas completas extrañas pero que supieron cómo hacerle frente a la guerra que había creado y parece que al final fue él quien pidió una tregua.
“Éramos un grupo de extrañas, unidas para resolver el asunto. Se me ocurrió que un grupo de mujeres con una misión podrían salvar al mundo. Nunca olvidaré ese momento», confesó Beth Bornstein.
Lo que más le impactó a la escritora es que ninguna estaba obligada a cooperar pero una mirada bastó para que esa conexión femenina las impulsara a actuar.
Después de su intervención, el pequeño se calmó y todos lograron subir al avión.
Esta historia ha motivado un sinfín de reflexiones en el muro de la escritora, pues no sólo refleja lo imponente que puede ser un pequeño ni lo solidarias que llegan a ser las personas, sino que revela lo abrumador que puede resultar la maternidad. Y sólo pensemos ¿Cuántas mujeres no deben enfrentar solas este tipo de situaciones? Por eso un poco de ayuda puede salvarles el día.
No te vayas sin compartir esta nota y ayúdanos a motivar a las personas a ser protagonistas de más actos solidarios. Un poco de ayuda puede solventar los conflictos más graves.