Los padres suelen inspirar a sus hijos desde su propia profesión. Por eso no es de extrañar que el hijo de un bombero o un médico quiera hacer lo mismo que su padre cuando sea adulto. Algo similar sucede con Ruby Chitsey, una niña de 11 años que creó una organización benéfica para conceder los deseos de los abuelos de una residencia de ancianos.
Amanda, la madre de Ruby, es una enfermera que ocasionalmente presta servicio en distintas casas de retiro. La adolescente solía acompañar a su madre al trabajo y, aunque no podía suministrar medicamentos, siempre estaba dispuesta a escuchar a los ancianos.
En una ocasión a Ruby se le ocurrió preguntar a los residentes sobre las cosas que querrían si alguien pudiese concederles tres deseos. Lejos de pedir cosas extraordinarias, los ancianos deseaban cosas bastante simples.
«Me sorprendió mucho. Pensé que la gente diría dinero, casas, un Lamborghini», dijo Ruby.
Los abuelitos pedían cosas como una máquina de afeitar eléctrica, zapatos nuevos, salchicha tipo Viena y otros artículos realmente básicos. Ante esa circunstancia, Ruby decidió que debía hacer algo por ellos pues la solución a sus deseos era simple.
«Eso es todo lo que querían. Y realmente decidí que necesitaba hacer algo», dijo Ruby.
La niña comenzó a reunir los artículos que deseaban los ancianos y decidió crear la organización benéfica: “Tres deseos para los residentes de Ruby”.
Mientras su madre Amanda cuida a los pacientes, Ruby visita cada habitación para anotar los deseos de los ancianos y se compromete a cumplirlos.
Los fondos de la fundación creada por esta pequeñita proviene de las donaciones que diferentes personas envían a través de su página de GoFundMe.
De algún modo, la iniciativa de esta niña es una idea en expansión. Ruby está cumpliendo los deseos de los ancianos residentes de una casa de cobijo en el noroeste de Arkansas, pero espera poder ayudar a más abuelitos.
Afortunadamente, los deseos de estos ancianos no son cosas que representen un gasto importante como un carro o un viaje, sino pequeños objetos que, aunque simples para muchos, tienen un gran significado para ellos. Los gastos de cada deseo son mínimos en comparación con la gran recompensa que representa darle la alegría a un residente.
«Realmente te levanta, realmente lo hace», dijo Ruby.
La generosa niña visitó a los residentes con un carrito de salchichas y la sorpresa los emocionó mucho. Todos los abuelitos pudieron comer del embutido aunque ese no había sido su deseo. Además de estos pequeños detalles, Ruby está promoviendo una cadena de defensores del envejecimiento y pretende que su idea se expanda a otros estados.
Ruby está entregando a estos abuelos dosis de felicidad a domicilio. Su generosidad debe multiplicarse y por eso te invitamos a compartir esta nota y hacer posible que su idea llegue a otras partes.