Muchos padres se preocupan por darles a su hijos la mejor vida y que no les falte nada. Otros, sin embargo, lejos de llenarlos de cosas materiales, lo que más les roba el sueño, es lograr educar niños de bien, con grandes sentimientos, y que unos sólidos valores morales, sean su mayor legado.
Al parecer, era lo que Karen Espinosa Melgarejo, una joven madre soltera de Uruapan, Michoacán, en México, trataba de inculcar en su pequeño. Sin embargo, siempre se preguntaba si realmente lo estaba haciendo bien, hasta que un día una circunstancia extraordinaria puso a prueba a su hijo, lo que la dejó entre lágrimas.
Adalid es un niño de 8 años muy sensible y con el corazón más grande
Karen y Adalid salieron a cenar cuando en el restaurante entró un abuelito sin hogarque vendía dulces para sobrevivir.
La madre ni siquiera se había percatado del anciano, pero no sucedió así con su hijo. Adalid, desde que lo vio, permanecía inquieto, sin comer. Así que sin dudarlo, se levantó de su asiento y se dirigió hacia el indigente para darle unas monedas (eran cuarenta pesos mexicanos, cerca de 2 euros). Se trataba de un dinero que el afortunado niño horas antes había ganado en una lotería que jugó con su familia.
Si bien ya sabía en qué se los gastaría, al ver al anciano necesitado, su corazón solidario no le permitió hacer otra cosa.
Aunque el hombre trató de darle los dulces que vendía a cambio, el pequeño respondió:
«No, señor, quédeselas, para que también las venda».
Adalid regresó a su silla, pero la madre vio que su hijo no terminaba de estar en paz. Inmediatamente, el pequeño se levantó de nuevo, esta vez para darle al anciano otros 29 pesos (más de 1 euro). Sin embargo, cuando volvió a la mesa tenía lágrimas en los ojos.
El dulce niño, visiblemente conmovido, le dijo a su madre:
«Mamá, ¿podemos comprarle unos tacos y un refresco? Porque mira, tiene mucha hambre», relató Karen en una publicación que no tardó en hacerse viral.
La mujer realmente estaba asombrada y atónita con todo el comportamiento de Adalid. Incluso vio cómo se regresó hacia el abuelito para preguntarle cómo prefería los tacos. Él mismo fue a pedírselo al mesero, y estuvo muy ansioso de que se los trajeran rápido.
Todo parecía ir de maravilla, y la madre no podía estar más feliz con su gesto. Pero todavía quedaba algo más, que fue el último conmovedor detalle que hizo que ella se animara a compartirlo en sus redes.
«De repente lo veo llorar, le pregunto ¿por qué?, y me dice: ¡Es que mira mamá, está cenando tan a gusto!»
«De verdad que yo no sé quién le dio la vida a quién, a veces como mamá dudo día a día si lo hago bien, pero acciones cómo estás me dan respuestas a todas mis dudas», finalizó la madre conmoviendo a todos.
Es tan aleccionador el gesto de este dulce niño que debería difundirse por el mundo entero. No te vayas sin compartirlo con todos en las redes.