Tener hijos, además de ser una experiencia maravillosa que te cambia la vida y te transforma en una nueva persona, es también comenzar a tomar muchas decisiones nuevas e importantes cada día.
Una de estas, particularmente en el caso de las mujeres —sin excluir a algunos hombres— que trabajan fuera de casa es decidir si se continúa en el empleo o se renuncia para cuidar a los hijos.
Esta es una decisión que no siempre resulta fácil, pero cuando se tienen 7 hijos con autismo, el problema adquiere otra dimensión.
El trastorno del espectro autista (TEA) se caracteriza por un anormal desarrollo neurológico, lo que se traduce en la dificultad para entablar relaciones sociales y por ende, ante tal panorama, cualquier padre amoroso haría lo imposible por cuidar de sus pequeños.
Lilian Ribeiro, de 40 años y su esposo Marco Antônio de Oliveira, vendedora y microempesario respectivamente, es una pareja de Capixaba, Brasil, que tuvo que decidir entre el trabajo y sus siete niños autistas, algo que ni siquiera se detuvieron a pensar dos veces: renunciaron inmediatamente para abocarse al cuidado de sus angelitos.
El equipo comprende las edades entre 1 y 11 años, y son atendidos con todo el amor y la dedicación de sus padres quienes, más que sus progenitores, se han convertido en los súper héroes de carne y hueso de sus hijos.
Lucas y Luis Miguel
Afortunadamente, esta notable rutina no pasa desapercibida por las autoridades gubernamentales ni por las amistades del matrimonio, ya que todas las semanas reciben asistencia y donaciones de canastas básicas de alimentos sin falta; hay 56 litros de leche para alimentar a los niños, otros mil pañales por mes y decenas de medicamentos.
Lilian contó que, poco después de quedar embarazada de su segundo hijo, Lucas, de 8 años, descubrió que el primero, Lázaro, de 11 años, era autista. Y así sucesivamente vinieron al mundo Luis Miguel, Isadora y Yasmin, Steffany e Ysabella, todos, excepto la última, diagnosticados con la misma condición.
Sin embargo, todo pareciera indicar que la menor no será la excepción de sus hermanitos.
“Ella tiene los mismos síntomas. No hablan, lloran sin razón, duermen y se despiertan gritando, y no pueden quedarse quietos por mucho tiempo ”, dijo Marco, el padre.
Como se sabe el TEA tiene varios niveles de gravedad, y tal y como lo afirma el propio padre, cada niño manifiesta sus síntomas de manera diferente: hay casos leves, medios y severos dentro del grupo.
“Pueden ponerse nerviosos y agitados por cualquier cosa y en cualquier momento, pero son cariñosos. Los hermanos pelean, pero también juegan mucho juntos”, señaló Marco Antonio.
Padre y madre se turnan todos los días para bañar dar de comer y alistar a sus siete hijos para ir a la escuela ubicada en el mismo barrio donde viven, en Goiabeiras, en la capital de Espírito Santo, Brasil.
Hace poco, el microempresario adaptó una bicicleta con asientos especiales para llevar a los niños más cómodamente y evitar que el pelotón se agite o se estrese, aunque en ocasiones, toman el autobús hasta la Asociación de Padres y Amigos de los Excepcionales (Apae), donde reciben un seguimiento y asesoría especializada.
Comparte esta hermosa historia de entrega familiar con tus seres queridos, y si la vida te coloca en situaciones donde te haces vulnerable, creo que la mejor recomendación es aferrarse al amor, a la esperanza y seguir adelante.