La tristeza es una emoción inherente a los seres humanos, un sentimiento como cualquier otro que tiende a generar en nosotros un gran pesar. A veces, sin saber cómo ni por qué, nuestra mirada se inunda de lágrimas de ansiedad y angustia.
Pero lo peor ocurre cuando el sentimiento de pérdida se vuelve permanente y se alarga en el tiempo afectando todos los ámbitos de nuestra vida, originando una depresión. La soledad puede tocarnos a todos en algún momento.
Cyril y su amada Shirley
Cuando hace seis años atrás Cyril Aggett, un anciano de 86 años residente de Plymouth, Inglaterra, perdió a su compañera de vida, un sentimiento de soledad se instauró en su alma para no soltarle jamás.
Shirley, su mujer, era su mayor razón para existir, su motor y único reflejo de lo que este hombre creía que podía llamar “felicidad”.
Desde entonces, su vida ya no volvería a ser la misma. La tristeza se apoderó de él, llegando incluso a aislarse por completo de la sociedad, sumergido en la desolación de su vivienda.
Instituto Secundario Coombe Dean
Sin embargo, y por fortuna, la situación del anciano llegó a oídos del Instituto Secundario Coombe Dean, de la localidad inglesa, que se encuentra ubicado justo enfrente de la casa de Cyril, lugar donde solía comer con su desparecida esposa.
Una vez enterados del caso del adulto mayor, la institución decidió ayudar al solitario viejecito y ahora, al menos, tiene con quién comer y hablar todos los días, lo que le ha sido de mucho provecho para poder sobrellevar su dolor y no cerrarse en sí mismo.
“Volver aquí, me sacó de mi cueva otra vez”, confesó Aggett.
Y es que los precios solidarios, la excelente calidad de la comida, el ambiente y el evitarse tener que cocinar en casa son atributos suficientes. Pero además, los divertidos ratos compartidos con los chicos y chicas del colegio, hicieron de la cafetería la preferida de la pareja durante más de 15 años ininterrumpidos.
Tras un mes de encierro, el octogenario recibió una llamada del instituto que, finalmente, lo logró convencer para que volviera a almorzar con ellos, propuesta que, por suerte, el abuelito aceptó.
Visita el lugar por lo menos cuatro veces por semana y lo mejor es que se lo ve feliz y entero; conversa sobre diversos temas y aconseja a los estudiantes, porque hoy en día vive rodeado de gente joven, con energía, lo que parece subir en el ánimo de Cyril.
“En el último año no quería ni levantarme de la cama, pero volver al instituto me ayudó a recuperar el amor por la vida”, reconoció.
Después de conocer la historia de Cyril, es bueno que reflexionemos acerca de la importancia de cambiar el significado que le damos a la soledad.
Ella también se puede disfrutar, porque nos permite tener más tiempo para nosotros, nos ofrece una oportunidad para redescubrirnos y un espacio para cambiar los objetivos que tenemos en la vida.
A menudo la gente solitaria es muy tímida y no sabe cómo acercarse a los demás y hacer nuevos amigos, pero es vital que inviertas una parte de tu tiempo en establecer relaciones con los demás a pesar de atravesar un duelo.
Comparte esta historia con tus familiares y seres queridos. La depresión causada por la soledad es un problema que tiene solución, nadie tiene por qué continuar arrastrando esa pesada carga y menos solo.