El pasado 27 de junio David Díez de la Cruz aprovechó la oportunidad de que su esposa y su hija habían salido de su casa para grabar un vídeo.
Él sabía que su pronóstico era grave, el ex jugador de fútbol, entrenador y directivo de un modesto equipo de Madrid, el fútbol del Racing Villaverde de Butarque de Madrid era consciente de la gravedad de su estado de salud.
No quería irse sin dejarle un recuerdo a su hija Leire, autorizó a un medio de comunicación a que lo difundiera con la esperanza de que pudiera ayudar a otras personas en la misma situación.
“Mi nombre es David Díez de la Cruz, y tengo un cáncer gástrico con metástasis bastante avanzado. Tengo 35 años, soy un chavalín. Todo comenzó en 2019, cuando yo tenía un proyecto muy bonito en la escuela del Racing Villaverde: era la primera vez que jugábamos con equipos femeninos íntegros y yo era el encargado de esa sección, coordinador y entrenador.
Durante ese año me empecé a encontrar mal. También teníamos noticias buenas, porque nos dijeron que íbamos a ser papás. Encima iba a ser una niña. Estábamos todos ilusionados”.
David había sufrido meses con molestias hasta que el 16 de abril de 2019 a través de una gastroscopia le detectaron un tumor maligno en estado avanzado.
“Al principio lo asumí como una lucha y quería conseguir una victoria en este partido, todo muy enfocado al fútbol porque yo le jugado desde los siete años”, relató David.
“Nació mi hija y lo disfruté muchísimo durante el mes que me dejaron libre, pero después me quitaron el estómago en una operación bastante agresiva dicho por todos los médicos. Me quitaron también el bazo, parte del hígado que tenía un poquito de metástasis y muchos ganglios que estaban afectados”, dijo David.
Cuando nació su hija Leire, la felicidad había llegado a su hogar. Había transcurrido poco tiempo cuando tuvieron que someterlo a una compleja cirugía para extraerle un tumor, también le sacaron el bazo, parte del hígado que tenía metástasis y varios ganglios.
“Parecía que con eso se iba acabando todo, me dieron un poco quimio y de radio y justo en el último TAC de control, en el que parecía que me iban a dar el alta médica, encontraron con que tenía que volver a empezar”, agregó David.
El peor pronóstico
David tenía metástasis en los pulmones, en la arteria pulmonar y en la arteria aorta.
En su vídeo, David insta a disfrutar cada día a plenitud. “Les recomiendo que vivan, que disfruten. Yo, si me quedo con alguna cosa, es con mi hija, que llevo diez meses disfrutándola a pesar de estar muy fatigado. Y pese a todo, hay muchos momentos bonitos con ella. Los tengo guardados”, relató.
“En esta casa nos hemos juntado cuatro. Bueno, es que nos hemos casado en plena pandemia, que también fue una cosa superbonita y superespecial. Nos hacía ilusión y lo queríamos de otra forma, pero viendo que el tiempo corre, que estamos en el minuto 90 largo y que se empieza a complicar el partido, lo hicimos más rápido. Aun así, yo creo que sigue habiendo tiempo y la prórroga sigue existiendo.
Una boda donde prevaleció el amor
Nos casamos y ya conviví con mi mujer, mi hija pequeña y el tumor, que no hay que verlo como una cosa mala, nosotros por lo menos lo intentamos dentro de la mierda, de la impotencia, de la rabia que te da tenerlo con 35 años y saber que tu vida se está acabando. Aun así, creo que hay que empezar a naturalizar mucho más la muerte de lo que la gente lo hace, porque igual que me voy a morir yo y nos vamos a morir todos”.
David dijo que no luchó contra el cáncer y perdió, sino que convivió con él. Confesó que sintió mucha rabia de saber que su vida se estaba acabando a los 35 años.
Resaltó que disfrutaba mucho dar un paseo con su hija, aunque había días malos, describió la quimioterapia como una resaca, como si le pasara un camión por encima. Confesó que en esos momentos tan duros la sonrisa de su hija lo hacía levantarse.
Le agradeció a su esposa, a sus padres y a su hermano que vive en Chile e iría a verlo.
“Mi hermano viene hoy, no quiero que me vea con cables, aunque me verá al final. Estoy deseando verle para reírme con él, que vea como su sobrina empieza a andar y que nos haga un asado de esos que dice que son mejores que las barbacoas.
Necesito verle, se lo pedí y ha movido cielo y tierra para poder venir. Tengo una sobrina de cuatro años, la última vez que la vi fue cuando nació mi hija, hace diez meses, y no creo que la vuelva a tocar, pero bueno… por vídeo llamada me dice que me quiere mucho y eso es lo que me vale”, relató David.
También agradeció a su abuelo, quien también murió de cáncer, dice que le da fortaleza.
“La valentía no es estar bien y sonreír, es también caer y sentir impotencia, rabia o ira, porque esta put*enfermedad te consume. Vas al oncólogo cada semana y cada semana es una noticia peor y aun así debes estar fuerte, no solo por ti sino por todos los que te rodean”, dijo David.
“No quiero que mi hija pierda la voz de su papá; dentro de que he estado jodido, he podido disfrutar unos meses de ella”, agregó.
Uno de los sueños de David antes de morir, además de dejar ese vídeo especialmente para su hija, era casarse. Lo hizo por el artículo 52 del Código Civil de España, el rigor mortis.
Se dirigieron al registro y cuando el juez leyó el informe del oncólogo que decía pronóstico a plazo inmediato, los casó.
Cuando había estado de alarma solo pudieron estar ellos, pero como favor especial, dejaron acceder al recinto a los dos testigos, el fotógrafo y su hija.
Sus padres no pudieron acompañarlos y aunque soñaban con una boda tradicional y tuvieron que adelantarla cambiándolo todo, no la cambiarían por nada.
Su hija: su felicidad
David insistió en la alegría que le ofrecía la presencia de su hija. “Cuando salgo a dar un paseo me dolerá todo, porque el cáncer se está comiendo mis huesos, pero quiero que mi hija vea que su papá está bien, aunque no se vaya a acordar de mí. Lo que le pido a mi esposa, Amanda, es que escuche mi voz”.
“La voz es lo que más siento que se pierde, fotos tenemos muchas, más ahora con los teléfonos móviles, pero la voz es lo que se pierde. Hagan memoria de un familiar de ustedes que se haya muerto, a ver qué voz tenía. No quiero que mi hija pierda la voz de su papá”.
Esa misma tarde, horas después de grabar el vídeo, David fue ingresado en el hospital y no volvió a salir.
El pasado 11 de julio falleció, el día que en España conmemoraban el décimo aniversario del Mundial en el que resultaron campeones.
La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacis, anunció que el campo de fútbol del Centro Cultural Los Rosales en Villaverde pasará a llamarse David Díez de la Cruz en honor al futbolista fallecido.
Se congregaron en el centro deportivo para honrar su memoria. Su hija Leire caminó por el área en la que su papá dedicó años de su vida a jugar y entrenar.
Todos reconocen el legado del fallecido futbolista que prevalecerá siempre.
En el campo le rindieron un emotivo homenaje por la extraordinaria labor que realizó promoviendo el deporte e inspirando a los jóvenes en la comunidad. Comparte su emotiva historia.