Son muchas las personas que buscan ayudar a otros de diferentes maneras, ya sea regalándoles cobijo, comida o cualquier otra cosa que necesiten, acciones como esas son, la mayoría de las veces, respetadas y admiradas por la gente. Pero en esta oportunidad ha sucedido exactamente lo contrario.
El dueño de un restaurante que regala comida a los necesitados ha recibido quejas de sus vecinos comerciantes.
Zuhaib Abbas Bangash, dueño de un restaurante, es originario de Pakistán, lleva más de ocho años residiendo en Nueva Zelanda, tuvo que dejar su país por los problemas de seguridad que hay en él. Antes de que el partiera su esposa murió, por lo que dejó a sus hijos a cuidado de su madre.
El doloroso pasado de Zuhaib es el motor de lo que hace: regalar comida de su propio restaurante a quien lo necesite. Él pone dinero de su bolsillo para poder realizar esta altruista labor que lo hace sentir que le devuelve al mundo un poco de lo bueno que él mismo ha recibido.
Todo iba bien hasta que la Glen Eden Business Association, que es una organización en la que se agrupan diferentes comercios del mismo sector, le pidió a Zuhaib que dejara de regalar comida a los indigentes porque eso sólo provocaría que el vecindario se llenara de ese «tipo» de gente.
“Me dijeron que lo que yo hago no está bien, que nuestro vecindario se llenaría de indigentes y que además los otros negocios podrían irse a la quiebra”, declaró Zuhaib.
El propio Zuhaib ha promocionado en sus redes sociales la noticia de que regalará comida a quien lo necesite, incluso ha dado fechas y horas en las que las personas pueden acudir a su restaurante por un plato de kebabs, que es una comida típica del país de origen del comerciante.
“Ya le he prometido a las personas que daré platillos gratis, y ahora no puedo no cumplirlo sólo porque alguien cree que eso no es lo conveniente para el vecindario”, declaró Zuhaib.
Zuhaib llegó a Nueva Zelanda con 20 dólares en el bolsillo, y gracias a su esfuerzo y compromiso es que logró ser dueño de su propio restaurante, esta es una razón más por la que está convencido de que tiene que regresarle al mundo un poco de la buena fortuna que él ha tenido.
“No son malas personas, sólo quieren comida y yo puedo dárselas, ¿qué hay de malo en eso? Se ve que se van muy felices cuando salen de mi restaurante con algo de comer”, declaró Zuhaib.
Zuhaib se niega a acatar lo que sus vecinos le piden, y seguramente podrá superar esta prueba para poder seguir alimentando a quien lo necesite.
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