Shelly Wall de 42 años y su esposo Rob, de 48, estaban esperando un hijo, pero su ilusión se empañó cuando recibieron un devastador diagnóstico. Los médicos les aconsejaron en reiteradas oportunidades que interrumpieran el embarazo, incluso les dijeron que el niño no lograría sobrevivir.
En una ecografía realizada en la semana 12 de embarazo detectaron que Noah tenía espina bífida, una enfermedad que afecta el desarrollo de la médula espinal. Además, tenía hidrocefalia y extrañas anomalías cromosómicas.
El bebé nacería con una perforación de grandes dimensiones en su espalda que los médicos dijeron que sería complicado cerrar.
“Nuestro hijo estaba tan enfermo que le compramos un ataúd”, dijo la madre.
Pero a pesar de que los padres de Noah conocían los riesgos de su diagnóstico, no estaban dispuestos a seguir la recomendación de los médicos y decidieron continuar con el embarazo.
Los médicos dijeron que probablemente moriría poco después del nacimiento y que sería cruel ponerle un respirador artificial conociendo sus pocas posibilidades de supervivencia, pero ante su asombro cuando Noah nació lloró y respiró con normalidad.
Estaba paralizado de la cintura para abajo pero se aferraba a vivir, así que decidieron someterlo a una cirugía de cinco horas para cerrar la perforación en su espalda y estuvo durante diez días en la unidad de cuidados intensivos mientras se recuperaba.
Recibió el alta médica y se fue a casa, aunque debió regresar al hospital varias veces por complicaciones.
El pequeño Noah nació en el 2012 solamente con el 2% de su cerebro y una perforación en su espalda, los médicos no encuentran explicación alguna sobre su milagrosa recuperación, han transcurrido siete años y Noah incluso aprendió a practicar surf.
Cuando Noah cumplió tres años comprobaron que su cerebro había aumentado el 80% de su capacidad.
Y cada año Noah ha tenido resultados positivos, está aprendiendo a caminar, surfear y esquiar.
Requiere ser supervisado de manera constante, recibe masajes cinco veces al día y asiste a sesiones de fisioterapia e hidroterapia.
Sus hermanos Steph, de 21 años y Ally de 17 lo protegen y acompañan sabiendo que cada día podría ser el último de su vida.
Aunque Noah ha vencido todos los pronósticos, desconocen cuál es la expectativa de vida de alguien con su condición.
Sus padres se encargan de ofrecerle todo el amor y la felicidad posible, reconocen y agradecen el milagro de que haya sobrevivido ante un panorama tan desolador.
Los médicos siguen sin hallar respuestas sobre su caso, no entienden cómo pudo desarrollarse su cerebro.
“No sabemos cuánto tiempo vivirá, pero simplemente vivimos un día a la vez. Pasamos mucho tiempo de calidad con él y recibe mucha atención.
Es sensible a crisis, pero afortunadamente no ha tenido ninguna. También es vulnerable a la meningitis”.
Noah siempre mantiene una sonrisa en su rostro y contagia a todos a su alrededor de felicidad.
La inspiradora historia de Noah se ha convertido en una esperanza para muchas familias. No te vayas sin compartirla.