Desde la primaria hasta la universidad, las clases en línea llegaron sin avisar a una región en donde el acceso a Internet evidencia una brecha digital. Son las consecuencias de una pandemia que amenaza con marcar un antes y un después en la educación en los países de América Latina y el Caribe.
El coronavirus trajo de manera forzada un tipo de educación virtual que, más que acercar a los alumnos al conocimiento, lo que hace es acentuar las diferencias sociales. Ejemplo de todo lo anterior es el caso de Valerie y William, dos hermanos oriundos de la ciudad de Bogotá, capital de Colombia.
Ambos se vieron obligados a repetir el año, debido a sus problemas de conectividad y, en consecuencia, a sus constantes faltas a las clases en línea. Los niños no poseen un ordenador en casa. Tampoco teléfonos inteligentes o tabletas.
De manera que, mientras sus demás compañeros seguían el curso a través de videoconferencias, Valerie y William debieron conformarse con estudiar a partir de fotocopias borrosas dispuestas en una mesa que ambos comparten.
“Nosotros no podíamos porque no teníamos ordenador ni Internet. Hasta hoy, no sé cómo es una clase virtual”, contó con dolor Valerie, de 12 años.
Tanto Valerie como su hermano eran reconocidos como unos estudiantes sobresalientes y muy cumplidos. Tenían excelentes calificaciones y nunca antes en su historia se habrían imaginado que tendrían que repetir el año escolar.
La noticia fue un duro golpe para ambos, sobre todo para William, quien dice no comprender del todo la situación. El hecho es que, la historia de estos dos alumnos ha causado gran revuelo, incluso allende a la nación cafetalera.
“Teníamos ganas de llorar porque nunca habíamos perdido el año. Yo nunca antes perdí el año o alguna materia, ni en transición, ni en primero, ni en segundo”, lamentó William.
A propósito del caso, el subsecretario de calidad de la Secretaría de Educación de Bogotá, Mauricio Castillo, se pronunció diciendo que, al menos un 10 por ciento de la población estudiantil colombiana perderá el año este 2020.
“Más o menos entre un 10 y un 11 por ciento de la población colombiana en educación preescolar, perderá el año. Estamos hablando de casi un millón de estudiantes, por lo que los procesos de evaluación durante la pandemia deberían abordarse con mayor detenimiento”, dijo el funcionario.
En este contexto, las autoridades han dicho claramente a las instituciones educativas, a través de la circular 25, que este es un proceso que se tiene que retomar paulatinamente: la reprobación por falta de acceso a la tecnología es un tema muy delicado que hay que esforzarse por entender y sobrellevar en la medida de las posibilidades.
La docencia es una profesión que se caracteriza por su compromiso social y humano. Hoy todos nos sentimos angustiados al ver cómo chocan las expectativas de muchos estudiantes con las circunstancias que estamos atravesando como especie en el planeta.
Comparte esta historia con tus familiares que nos invita a reflexionar sobre el impacto de la pandemia y la desigualdad social que deja a muchos en una situación muy vulnerable.