El don de la vida es un milagro. Todas las noches te acuestas, pero no sabes si te levantas. Y generalmente, no vemos la vida como un don hasta que estamos al borde de perderla.
Hacía ya cinco años que Lucinda Allen, de 38 años, de Stourbridge, experimentaba regularmente fuertes dolores de cabeza después de tener relaciones y alcanzar el clímax.
Había tenido relaciones íntimas con su marido Tony y después de llegar al clímax dos veces, experimentó un dolor agudo justo por encima de su ojo derecho.
El dolor de cabeza fue la causa de una hemorragia cerebral que dejó paralizado su lado izquierdo, y ahora usa silla de ruedas a tiempo completo.
Lucinda se encontraba de seis meses de embarazo, cuando se encontró al borde de la muerte.
«Mi embarazo había sido eclipsado por una diabetes gestacional. Yo comprobaba mi presión sanguínea casi todos los días.” Al ver que era baja, decidió volver a la cama con su marido.
Después de tener sexo, Lucinda experimentó los dolores de cabeza acostumbrados, pero no pensó que tuvieran mayor importancia. Ella tenía lo que se conoce como dolores de cabeza “trueno” post-orgasmo, durante toda su vida adulta.
Pero, en ese fatídico día, el dolor no era el mismo y no se iba. Describe que sentía como que su cerebro estuviera congelado. A medida que el dolor se extendió a través de toda la cabeza, Lucinda pensó que quizás era el inicio de una migraña muy fuerte, así que trató de dormir, pero no lo consiguió.
“Yo me retorcía en la cama de dolor cuando Tony llamó a mi madre”, ella dice. La madre de Lucinda insistió en llamar a una ambulancia inmediatamente. Fue entonces cuando se le cruzó la idea de estar padeciendo una hemorragia cerebral, entró en pánico y no se acuerda mucho más.
Resultó que Lucinda había diagnosticado su problema correctamente. Los esutdios médicos confirmaron la hemorragia cerebral. Inmediatamente la pusieron en un coma inducido y le intervinieron para liberar la presión en su cerebro, donde la sangre se había filtrado.
Los médicos velaban por la vida del bebé, y vieron la necesidad urgente de que naciera. Afortunadamente, todo estaba bien, era una niña.
Después de seis días, Lucinda finalmente salió del coma, sobreviviendo a un accidente cerebrovascular severo. Después de un período de tres meses en el hospital, se le permitió regresar a casa. Ahora su bebé, Marri-Alice, es una enérgica niña de cuatro años de edad. «Está claro que lo que me pasó no la ha afectado en lo absoluto».
A Lucinda le encantaría correr alrededor del parque con su hija, pero está en silla de ruedas. Tiene una parálisis lateral y los movimientos de su cara son lo único que a nivel motriz pudo recuperar.
Ahora, casi cinco años más tarde, Lucinda y Tony a menudo se preguntan si lo que le pasó a ella se podría haber evitado.
A causa de ello, yo he perdido una gran parte de mí: mi carrera, mi hija puede haber tenido algún hermano, mis planes para el futuro.
Aseguran que no ha sido fácil, pero han decidido comenzar de nuevo. La vida ya no es como lo fue para Lucinda y su familia y desde luego no es como ella esperaba que fuera, sin embargo, ella todavía se siente afortunada.
Tengo la suerte de estar aquí en absoluto. Y lo que pasó me ha cambiado para mejor. He podido apreciar cada momento y, después del nacimiento de mi hija, el increíble apoyo de mi familia y amigos.
Ahora comprendo mejor lo que es el verdadero amor.
Tengo la misión de dar a conocer cómo este dolor puede ser una señal de advertencia de la inminencia de una hemorragia cerebral. Quiero que otras personas sean conscientes de esta condición terrible.
Situaciones difíciles de enfrentar, que golpean y te hacen reflexionar. Lucinda está con vida, pero se seguirá preguntando siempre si su condición irreversible se pudo haber evitado.
Comparte esta noticia para advertir a tus familiares de este síndrome, que muchos quisieran evitar.